DOMINGO Ť 25 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť La lucha por los derechos humanos incluye dominación
El tiempo de las utopías aún no finaliza, coinciden expertos
MARIA RIVERA ENVIADA
Guadalajara, Jalisco. Ser idealista cuando se vive en Babia no tiene ningún mérito, pero seguir siéndolo cuando se ha conocido el hedor de la mierda, eso sí que es loable. La frase de Albert Einstein citada por el filósofo catalán Francisco Fernández Buey también podría aplicarse a los planteamientos de los intelectuales que participaron en el panel Ética, Democracia y Derechos Humanos de la II Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (Clacso), organizada por la Universidad de Guadalajara. Las perspectivas a corto plazo son sombrías, admitieron, pero el tiempo de las utopías no ha concluido, y menos para los que aún tienen un mundo que ganar y conservan la esperanza.
Pero al decir esperanza o utopía, aclararon, no están hablando de sueños o propuestas intelectuales, sino de la reconstitución de otra realidad a partir de fuentes distintas a las actuales. Cada vez hay más grupos de excluidos, señaló el investigador peruano Aníbal Quijano, que están organizándose para producir y reproducir su vida bajo relaciones de reciprocidad. "Está emergiendo otra sociedad paralela, cierto, pobre y débil, pero que está generando una vasta red".
En su intervención, Francisco Fernández recordó que la imaginación utópica ha sido y será el estímulo positivo de todo pensamiento político moral. Aun cuando yerran quienes creen en ella, continuó, obliga a los otros a mirar en la dirección más conveniente para la mayoría.
La utopía tiene buen cartel, bromeó, aun entre los realistas que defienden que este es el menos malo de los mundos existentes y que en política no hay que hacerse ilusiones inútiles. Pero con una condición: "que los utopistas acepten atenerse al significado etimológico de la palabra (no lugar)", agregó el filósofo. Pero él, concluyó, es de los que cree nposible una sociedad más humana y en la necesidad de luchar para conseguirla. Finalmente citó dos cosas que no pueden quedar en manos de los de arriba:
La primera es la definición de las palabras. "Uno de los problemas que tenemos los que seguimos considerándonos socialistas, dijo, es la facilidad con que hemos ido aceptando el lenguaje que nos proponen los poderosos". Por eso pidió que, a la manera de Alicia, la heroína de Lewis Carroll, se renombre a las cosas. "Quien define las palabras manda. Si uno acepta los términos que le pone el otro -advirtió- está perdiendo una parte de su capacidad de interpretación del mundo".
El segundo punto que hay que disputar al poder es la ciencia, el saber, indicó.
Al hablar sobre los derechos humanos Aníbal Quijano dijo que en este caso, también, las palabras conspiran, "y no podemos permitirles que las usen en nuestra contra". Los principios universales han sido reducidos por los medios al problema de la vida y el cuerpo, explicó, olvidando que todos los derechos sociales también deben ser considerados. "La lucha por los derechos humanos no es sólo porque no lo torturen o le peguen a uno, también incluye la explotación y la dominación. La declaración mundial dice que tenemos derecho al trabajo, bienestar, a la salud y a la educación. La humanidad tiene que ver con el uso de todos estos recursos Ƒsi no por qué seríamos humanos?"
El portugués Boaventura de Sousa, de la Universidad de Coimbra, argumentó que en este tiempo de transición hay que explorar la posibilidad del uso contrahegemónico de instrumentos hegemónicos. Es tiempo de repolitizar y multiculturalizar los derechos humanos y radicalizar la democracia, planteó. "En la actualidad, los derechos humanos son pocos y hay una percepción muy restringida de la dignidad humana, pero con la aportación de otras culturas este concepto puede enriquecerse. En las luchas de los pueblos indígenas por sus derechos colectivos, por ejemplo, existe una visión no occidental".
En cuanto a la democracia dijo que la crítica no es que sea representativa sino que es poca. Además, recordó que anteriormente existían varios conceptos de democracia (popular, representativa, participativa) mientras que ahora sólo existe una forma de democracia hegemónica. Sin embargo, apuntó, se está creando otra lógica solidaria en cooperativas, la llamada economía solidaria, mutualidades y microcréditos.
La democracia cultural es otro aspecto a discutir, continuó, porque no basta con la dignidad, también debe existir un respeto y reconocimiento a la diferencias.
En la parte final de su intervención mencionó que una de las principales luchas en las próximas décadas será de tipo epistemológico, porque los modos de producción y distribución del conocimiento también están mal distribuidos."En esta área la desigualdad se manifiesta en un diferente acceso a la información y en el enfrentamiento entre los conocimientos hegemónicos y prácticos. Por ejemplo, están queriendo convertir en mercancía el saber, pleno de sabiduría, de los campesinos y los indígenas en torno a la biodiversidad".
La peruana Norma Füller ofreció otro punto de vista que cuestiona el modelo actual de los derechos humanos. La teoría del género, manifestó, constituye un movimiento de crítica interna que se mira a sí mismo y denuncia las inconsistencias y límites de los principios universales. En suma, resumió, ese concepto constituye al mismo tiempo uno de los grandes legados del principio de la universalidad de los derechos humanos, pero también una de las evidencias de que todo sistema jurídico es un fenómeno histórico, y por tanto, contingente.