DOMINGO Ť 25 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

EL ATAQUE

Ť La ciudad caerá "en uno o dos días" como máximo, dicen jefes militares opositores

Aliancistas y talibanes combaten calle por calle en la sitiada Kunduz

Ť Una gran cantidad de seguidores del mullah Omar se ha rendido, pero miles aún siguen resistiendo

Ť Luchan por sus vidas paquistaníes, uzbekos, chechenos y otros miembros de la legión extranjera

JUAN PABLO DUCH ENVIADO

Tashkent, 24 de noviembre. Vencido el enésimo plazo para una rendición difícil de imaginar, sobre todo en lo que toca a los miembros de la llamada legión extranjera, las fuerzas de combatientes de otros países al servicio de lo que fue el régimen talibán, las tropas de la Alianza del Norte afgana lanzaron este sábado una nueva ofensiva sobre la ciudad de Kunduz.

Compitiendo entre sí, los soldados del uzbeko Rashid Dostum y del tadjiko Mohamed Daud incluso lograron entrar en los suburbios de esta ciudad del norte de Afganistán, donde se registraron cruentos combates calle por calle.

Los sectores más realistas de la Alianza del Norte consideran que la ciudad caerá "en uno o dos días" como máximo, al tiempo que la confusión vuelve a dominar los reportes de las agencias noticiosas internacionales, que en su afán de obtener la primicia difunden informaciones contradictorias y sacadas de contexto, muchas veces anticipándose a lo que -de entrada- se sabe inevitable: la toma de Kunduz por la oposición afgana.

Unos dicen que este sábado se rindieron 2 mil combatientes, y otros que fueron mil 700; unos terceros, que habrían sido cerca de mil, mientras alguno más asegura que se trató de 600.

Al instante otros retoman la no-ticia y dicen que, en efecto, fue esa cifra y todos extranjeros, pero poco más tarde se lanza la versión de que entre los 600 se pudo comprobar que sólo algunos de ellos eran paquistaníes.

Todo este alud de despachos noticiosos, a fin de cuentas, es to-talmente irrelevante por dos razones: en esta guerra cada vez es más frecuente convertir en verdad ab-soluta lo que dice algún portavoz de la Alianza del Norte, elevado a esa categoría cualquier mujaidin a la mano, a falta de otras fuentes fiables, y el número de combatientes que se rindieron en Kunduz aporta muy poco en relación con los que no lo han hecho.

Destino inexorable

afghanistan-us attacksLas mismas agencias noticiosas afirmaban hace un par de días que entre 15 mil y 20 mil talibanes es-taban en Kunduz. Parece que a nadie importa dónde están ahora los miles de combatientes que no quieren, por la razón que sea, de-poner las armas.

Están en Kunduz, por supuesto. La ciudad norteña va a caer, de eso no hay duda. Los talibanes empezaron a beneficiarse de la amnistía ofrecida por el general uzbeko Dostum y abandonan la ciudad sin problemas, pero las dificultades vendrán luego.

Algunos extranjeros también se entregaron, pero hasta ahora sólo los voluntarios paquistaníes con-fían en ser deportados a su país.

Los miembros de la legión ex-tranjera, entre 3 mil y 5 mil, lu-chan a muerte. Los miles de milicianos talibanes que quedan, restando incluso hasta un máximo de 2 mil que se hubieran rendido, du-dan entre seguir combatiendo o deponer las armas.

Que esto parece lo más cercano a la realidad, pasada la medianoche de este sábado, se puede inferir de un hecho que por su importancia relega a segundo plano la absurda aritmética de cuántos se rindieron en Kunduz.

Mientras las tropas de Dostum y Daud siguen peleando por cada calle, desde diferentes flancos de la ciudad el general Mohamed Fa-him, comandante en jefe de los soldados tadjikos, no quiere que los uzbekos saquen ventaja y se trasladó hoy a Taloqan.

Kunduz, donde en realidad poco tendrían que hacer los uzbekos de Dostum, es considerada por los tadjikos una plaza que deben controlar ellos, por su ubicación estratégica en la ruta que une Kabul con la frontera de Tadjikistán.

Poco les importa que reclamen como suya esa ciudad los miembros de la etnia hazara de Karim Halili, que para suerte de uzbekos y tadjikos están ocupados en Ka-bul y otros frentes de guerra.

Preparan el asalto final

Por lo pronto el propio Fahim quiere dirigir este domingo lo que llamó el "asalto final" de las tropas tadjikas sobre Kunduz, una ciudad en la que, según declaró a la agencia rusa Interfax, "ofrecen una resistencia a muerte no menos de 3 mil mercenarios extranjeros".

Se mantiene, por tanto, el riesgo de que haya una matanza de civiles o integrantes de la legión ex-tranjera, dependiendo de cómo evolucionen los combates este do-mingo, y también empieza a perfilarse una tendencia preocupante de cara a un futuro arreglo político postalibán.

La Alianza del Norte, dividida en facciones que ya estuvieron en guerra en los años 90, sin llegar todavía a un enfrentamiento directo está disputándose el dominio sobre Kunduz.

El uzbeko Dostum, mediante la táctica de ofrecer amnistía a los talibanes afganos, que no a los combatientes extranjeros, procura hacerse de una ciudad que nunca estuvo en su zona tradicional de influencia.

El tadjiko Fahim, que también considera que los extranjeros deben ser "exterminados", no parece dispuesto a permitir que su facción, concentrada en el control de Kabul, pierda un punto clave en la ruta de acceso a Tadjikistán, de donde proviene -a través de Rusia- su principal sostén.

Con estas discrepancias, desde luego desmentidas por toda suerte de voceros de la Alianza del Norte, tadjikos y uzbekos se proponen tener una representación común en la conferencia para un arreglo político en Afganistán, que se iniciará el próximo martes en Bonn, un día después de lo previsto por "razones logísticas", según dijo ayer un funcionario de la Organización de Naciones Unidas.