SABADO Ť 3 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Están abandonados por la Iglesia y el gobierno, señala el párroco Ignacio Montes
En la Soledad, prostitutas, niños de la calle e indigentes oraron por sus difuntos
Ť Unieron manos y voces para pedir que su suerte cambie y salgan del olvido
LAURA GOMEZ FLORES
Ayer en La Merced, la Virgen, la catrina, la prostituta, los niños de la calle y los indigentes lloraron por los seres queridos que se les adelantaron en el camino, y unieron sus manos y voces en oración por que su suerte cambie y "el gobernador de la Ciudad de la Esperanza, Andrés Manuel López Obrador", voltee sus ojos hacia ellos.
Por tercer año consecutivo, el párroco de la iglesia de la Soledad, Ignacio Montes Biosca, ofició una misa en conmemoración de los fieles difuntos, durante la cual lamentó el abandono en que se encuentran los habitantes de la zona, una de las más conflictivos de la ciudad, donde ofende la indiferencia gubernamental ante la basura, impunidad y corrupción.
Ante vecinos y misioneros extranjeros reunidos en la plaza del lugar, el sacerdote criticó que ya no importe que los niños de la calle lloren; que las prostitutas sean golpeadas y asesinadas; que los comerciantes ambulantes sean perseguidos por alimentar a sus familias, y los indígenas mazahuas vivan en condiciones miserables por falta de oportunidades para incorporarse al mercado laboral.
"Estamos abandonados por nuestros hermanos ricos, porque somos los parientes pobres; por los que nos gobiernan, por la Iglesia, que desde hace mucho no ha sido propositiva frente a esta realidad; por el gobernador de la Ciudad de la Esperanza, que cree que el Centro Histórico no llega a La Merced", señaló rodeado por niños de la calle, quienes tiraron la mona al acercársele.
El párroco expresó la desilusión de la gente por el trabajo de "nuestros malos políticos", que se han olvidado de La Merced, que tiene una historia construida con la laboriosidad de su gente y hoy es el principal centro de prostitución de la ciudad, de niños de la calle, ancianos abandonados y muchos jóvenes delincuentes.
La plaza y los parques de la Soledad, expresó, se han perdido por la inseguridad y el descuido; el templo carece de mínimo mantenimiento y "el tejido social ha sido destruido por las mafias".
Refirió que con grandes esfuerzos y pocos recursos se ha podido alimentar a 70 niños; se ofrece asesoría legal a las prostitutas que lo solicitan, y se inició la fundación La Casita, para atender a mujeres de manera integral.
Explicó que con la instalación de la ofrenda de Muertos en el interior de la iglesia se buscó unir a la comunidad, como "un medio para evangelizar y purificar nuestras costumbres". Después, el párroco recorrió el templo, donde sobresalían mujeres con zapatos de tacón y ropa de colores "chillantes".
En la ofrenda había cajetillas de cigarros con nombres de difuntos. Algunos niños de la calle consideraron "amargo" recordar de esa manera a sus amigos, cuando no supieron darles todo el cariño que les tenían cuando vivían juntos, pero esperan pronto alcanzarlos "en ese mundo donde no hay pobres ni ricos" ni les exigen cosas para dejarlos en paz.
Las sexoservidoras también oraron durante el festejo del Día de Muertos, por que su vida tenga un giro y dejen de ser sometidas, violadas y asesinadas, y sus hijos no sean víctimas de maltratos por no tener una madre con estudios y posibilidades de incorporarse al mercado laboral; por contar con un padre que los proteja y los ame, "lo cual para la mayoría resulta imposible".
Alrededor de las 15 horas, los asistentes se retiraron para continuar con su vida: los niños volvieron con su mona para evadir su realidad; las prostitutas siguieron su búsqueda de clientes; los indigentes se fueron a la entrada de la iglesia a pedir limosna, y los comerciantes reanudaron la vendimia.