DOMINGO Ť 28 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Presentan El corazón preso, reunión de su obra poética

Concha Urquiza, heredera de Sor Juana, pese al ninguneo

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

A pesar del olvido y el ninguneo en que se le ha tenido, la poeta Concha Urquiza es, como hace tiempo dijo Rosario Castellanos, la heredera indiscutible de Sor Juana, por la calidad y los alcances de su obra. Ese fue el acuerdo unánime de Elsa Cross, Samuel Gordon y José Vicente Anaya durante la presentación del libro El corazón preso, de reciente publicación en la cuarta serie de Lecturas Mexicanas (CNCA), el cual reúne toda la obra poética de Urquiza.

La actual edición de El corazón preso tiene como base la que hizo el poeta Gabriel Méndez Plancarte en 1946,que se vendió por suscripción y fue publicada a instancias de la revista católica Abside. Ahora está enriquecida con poemas dispersos hallados por José Vicente Anaya, quien a su vez escribe el texto de presentación.

Samuel Gordon, estudioso de la poesía de Urquiza, la calificó como una de las grandes poetas, aunque lamentó que aún permanezca "infortunadamente secreta". No obstante, agradeció a José Vicente Anaya la labor de rescate y difusión que hace que "esté Concha viva entre nosotros".

Urquiza nació en 1910, en Morelia. Murió ahogada en 1945, durante una excursión a las playas de Ensenada. A pesar de su juventud, ya había creado una obra sólida y madura. Fue comunista, anarquista, traductora, guionista de cine, colaboradora de la Metro Goldwyn Mayer. Vivió durante cinco años en Nueva York, entre 1928 y 1933. En aquella ciudad -relata José Vicente Anaya en el texto de presentación- se gestó su formación cosmopolita, se politizó, perfeccionó su inglés y leyó a Shakespeare en su lengua original.

Al regresar a México, tiene una activa militancia política de izquierda, pero pronto se decepciona y buscando mitigar su insatisfacción existencial inicia una búsqueda mística en el catolicismo. En esa etapa "escribió sus más bellos poemas, caracterizados por una sabrosura de lenguaje e imágenes erótico-amorosas, similares a los que escribieron los poetas clásicos españoles fray Luis de León, santa Teresa y san Juan de la Cruz", sostiene Anaya.

Según Gordon, Urquiza inspiró La señorita etcétera, de Arqueles Vela, una de las grandes novelas estridentistas.

Elsa Cross, poeta y catedrática en religiones comparadas, subrayó que Urquiza "es una de las más interesantes poetas mexicanas de la primera mitad del siglo XX". También se refirió a la transformación mística experimentada por Urquiza, ''que la llevó a emprender un camino espiritual y a ingresar como postulante en un convento de las hijas del Espíritu Santo. Incapaz de soportar el rigor de la orden, al igual que Sor Juana con las carmelitas, Concha Urquiza dio clases en la Universidad de San Luis Potosí y realizó otras labores pero lo que no pudo dejar nunca fue su búsqueda interior".

Lo que es claro -exspuso Cross-, "a juzgar por sus últimos poemas, es la crisis espiritual tremenda en que se encotraba en los últimos meses de vida. Fuera de un círculo de amigos cercanos que rescataron su obra, los trabajos de Urquiza han pasado desapercibidos y sólo hasta fechas recientes comienzan a revalorarse".

 Algunas razones posibles "de ese largo olvido pueden ser la marginalidad en que vivió, con respecto de los círculos literarios, otra razón es que fuera católica en tiempos de un claro predominio liberal en las artes y las letras. También pudo ocurrir que ya entrado el siglo XX sus poemas se consideraran anacrónicos, tanto por el enfoque de los temas como por sus procedimientos formales. Aunque esta no es una razón de peso, pues en México se cultivaron mucho las formas clásicas todavía en la primera mitad del siglo XX".

A dicho olvido -acotó Elsa Cross- también pudo contribuir el hecho de que fuera mujer. ''En ese momento las mujeres no tenían un acceso tangible a la cultura como lo hay ahora y había muy poca sensibilidad hacia su trabajo.''