Ť Antonio Tabucchi lanzó un mensaje en la botella y Tusquets reditó el libro
Del cuerpo me permitió rozar los límites de la libertad de expresión: Mauricio Ortiz
Ť Sus textos se acompañan de una gran piedad por la carne, escribió el narrador italiano
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Antonio Tabucchi estuvo en México hace dos años. Entre los recuerdos del viaje se llevó un ''libro sobre el cuerpo" que con ''perfecta lógica" se titulaba Del cuerpo. Tabucchi no conocía al autor, Mauricio Ortiz, pero le gustaron los textos que conformaban aquel libro modestamente editado (Ortega y Ortiz, México, 1997) y así lo escribió en un artículo publicado en el El País Semanal: ''¿Será un médico? ¿Un fisiólogo? ¿Un anatomopatólogo? ¿Un biólogo? ¿Un naturalista? Tal vez, pero para mí, sobre todo, es un excelente escritor".
Popó, Callos, Sangre, Aliento, Pedos, El club de la estafilococcia, La cara de los muertos, etcétera. ''Así -escribió Tabucchi-se titulan estos textos. Van acompañados de una antigua sabiduría, de una corrosiva ironía, de una gran piedad por la carne y, sobre todo, de una escritura sobria y exacta como un rayo láser. Por desgracia, me falta espacio para recoger en esta página los fragmentos que me gustaría citar. Me limito a lanzar un mensaje en una botella para los eventuales editores que me lean, con el objeto de que este pequeño libro, espléndido y a menudo genial, sea difundido en otros países y en otras lenguas."
Abandono de la ciencia y la academia
Mauricio Ortiz, en efecto, era médico, fisiólogo, investigador en biofísica de canales iónicos en una destacada universidad de Estados Unidos. Un día decidió cambiar el laboratorio, los experimentos, el cubículo y el gabinete por la literatura. Contra el enojo de sus maestros y colegas, Mauricio Ortiz descubrió -leyendo a Elías Canetti- su real vocación y abandonó lo que parecía una prometedora y prestigiosa carrera científica y académica.
En coincidencia con su radical decisión, Ortiz fue invitado a escribir una columna en de La Jornada. Y nació Del cuerpo. Desde entonces era un proyecto literario, afirma Ortiz: ''No quería hacer ciencia o divulgación de la ciencia, sino literatura".
El cuerpo como tema y pretexto literario le permitió a Ortiz experimentar con toda una gama de posibilidades: ''desde los textos más serios del mundo, con un tono doctoral y académico, hasta los términos más de desmadre, de juerga, hasta rozar un poco los límites de la libertad de expresión".
Mauricio Ortiz escribió semanalmente Del cuerpo durante cuatro años, de 1989 a 1992. En el equivalente a una cuartilla o cuartilla y media, tenía que decir todo: ''Hacer un cuento, explicar un proceso fisiológico". Era una limitación y un reto que volvió muy intensa la labor: ''desde el punto de vista de descubrimiento literario; yo necesitaba descubrirme como escritor". Hoy el autor publica en este diario la columna Zig-Zag, en la sección de Espectáculos.
Los textos contenidos en Del cuerpo no encajan en la definición convencional y ortodoxa de los géneros:
''No son poesía porque no tienen esa pretensión, aunque la poesía no está ausente; no es narrativa porque no sigue sus dictados ni hace caso de sus límites, pero tiene mucho de narrativa; no es cuento pero hay algunos casi cuentitos. Creo que el género que más les corresponde es el ensayístico; además me gusta el término porque en cada texto me estoy ensayando como escritor y estoy ensayando una idea del cuerpo. Aunque, en el sentido más ortodoxo del término, tampoco son ensayos."
Un amigo sin cuerpo, sólo con voz
El mensaje en la botella lanzado por Tabucchi fue recogido por Tusquets Editores, que acaba de reditar el libro. Y el artículo que el escritor italiano publicó en El País Semanal se convirtió en prólogo de la nueva edición de Del cuerpo: ''Ahora este libro ve nuevamente la luz en una editorial importante, como se merecía, y se me invita a presentarlo. Entre tanto su autor y yo nos hemos hecho amigos sin haber llegado a conocernos en persona: nos hemos escrito, hemos hablado por teléfono. Resulta curioso escribir un prólogo para un amigo que ha escrito un libro sobre el cuerpo sin conocerlo personalmente. Ni siquiera conozco su rostro. Mauricio, para mí, es un amigo sin cuerpo, es sólo una voz".
Tal vez Tabucchi ya sepa que años atrás Mauricio Ortiz lo adoptó como figura tutelar. Por eso cuando el escritor italiano vino a México, Ortiz hizo llegar a sus manos la modesta edición de Del cuerpo.
Ya sabemos lo que siguió.
Dice Ortiz que el elogio de Tabucchi no le impone nuevas responsabilidades como escritor, pero sí lo hace más consciente de su trabajo y le da más libertad frente a sí mismo. Y tiene clara una cosa: no es un reconocimiento a su persona, si no a su trabajo:
''Mi trabajo es el que en buena hora recibe el espaldarazo; el escritor que busca el reconocimiento personal se olvida de que lo importante es la chamba". Escribir.