MARTES Ť 23 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Velada con poetas latinos de diversos países en el Museo de la Ciudad de México

Cientos de palabras de decenas de obras fueron leídas ante un público variopinto

Ť Durante dos horas y media, gente sencilla convivió con intelectuales

Ť La poesía en Europa se ha vuelto académica, intelectual, señaló Van der Bremt

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Eran un chingo -más o menos- y todos, en falda o pantalón, leyeron y leyeron cientos de palabras en decenas de poemas. Pertenecen a la poesía latina, todos, pero no bajo el término peyorativo con el que se refieren los estadunidenses a los que hablan castellano. Son poetas latinos que si vienen de Francia, Suiza, México, Chile, Cuba, Uruguay, Argentina, Bélgica o la provincia canadiense de Quebec, que se reunieron el sábado en el Museo de la Ciudad de México para que los capitalinos escucharan parte de su obra.

La velada comenzó después de las 7 de la noche en el primer patio del recinto. Ahí 26 poetas, hombres y mujeres, presentaron dos, tres, cuatro y hasta cinco de sus poesías a un público variopinto: estudiantes de primaria acompañados de sus madres-amas de casa, intelectuales, jóvenes y ancianos, uno que otro niño menor de cinco años bastante bien portado, y los inevitables despistados que al ver gente decidieron entrar al inmueble, más por refugiarse del frío que por estar convencidos de que oír poesía era parte de su futuro inmediato.

Hubo decepción en algunos por la ausencia de los poetas Alí Chumacero, Eduardo Lizalde, Hugo Gutiérrez Vega y otros autores que según la cartelera de los periódicos asistirían al encuentro. Faltaron, dijeron los entendidos, porque estaban en Oaxaca, donde se realizó la reunión oficial de Poetas del Mundo Latino, o porque estaban cansados del viaje Oaxaca-Distrito Federal.

Después de asimilar el golpe de las ausencias, más de cien personas y más de 200 oídos estuvieron atentos a las palabras de los poetas que, repartidos en cuatro tandas, fueron llamados al micrófono en desorden alfabético: el argentino Daniel Freidemberg y el belga Stefaan van der Bremt, seguidos después de otros 24 nombres: Hugo Chaparro, de Colombia; Amalia Bautista, de España; los mexicanos Oscar Santos, Hernán Bravo, Gaspar Aguilera y Agustín Jiménez; el rumano Valeriu Stancu, la uruguaya Ida Vitale, hasta que llegó el momento en el que se perdieron las nacionalidades y sólo los diferentes acentos diferenciaban a los poetas argentinos, uruguayos, chilenos, costarricenses, guatemaltecos, cubanos, nicaragüenses, panameños o de lengua francesa.

Poesía muy viva, la hispanoamericana

En el mundo latino los temas de la poesía son los mismos: amor-desamor-soledad-vida-muerte-dolor-alegría-descubrimiento-pasión-viajes-personas-sentidos, aunque en esta lectura también se colaron un coyote, un perro y la ciudad de México, todos presentados en un lenguaje sencillo, de ése en el que no se precisa recurrir al diccionario para entender lo que está escrito.

Hay diferencias, sí, entre la poesía latinoamericana y la europea. ''La poesía hispanoamericana es una poesía muy viva, no una poesía puramente intelectual o académica; una poesía que habla de todas las cosas de la vida y que se dirige a un público muy variado. En esta lectura vi gente sencilla e intelectuales conviviendo. En Europa no es así, la poesía desgraciadamente se ha vuelto una cosa demasiado académica, intelectual'', expresó a La Jornada el poeta Stefaan van der Bremt, cuyo libro El jardín de los cuatro vientos fue publicado hace dos años en versión española.

Fueron dos horas y media (que en horas nalga son demasiadas); en la segunda tanda algunos asistentes comenzaron a abandonar el museo, en la tercera ronda pocos iniciaron el concierto de bostezos y el ballet de cabeceos, y en la cuarta fue necesario pedir paciencia a los que aún estaban en el lugar y que gracias al frío ya habían despertado.