MIERCOLES Ť 17 Ť OCTUBRE Ť 2001

After show

A las 2:15 horas del martes el cantautor argentino Fito Páez se acercó al piano eléctrico que estaba en medio del bar, donde se festejaba luego del concierto en homenaje a Pablo Milanés en el Auditorio Nacional, y dijo que dedicaba la siguiente rola "a nuestro gran gurú", al único artista que "en castellano pudo poner de acuerdo" a varios países para que lo cantaran, en "esta noche preciosa e increíble". Y Fito Páez al piano cantó a Milanés, quien sentado en un sillón escuchó sonriente el palomazo del argentino, que prácticamente llevó la fiesta a su ritmo.

A esa hora, sólo estaban 50 amigos -de la centena convocada por la disquera Universal- en la Fonda 21. Fito interpretó Tumba de gloria y luego, de messie Charlie García -el gran ausente de la fiesta-, una rola que conmovió a los noctámbulos. Pablo Milanés no esperó mucho y desde su lugar acompañó a Páez interpretando quien diga que todo está perdido... yo vengo a ofrecer mi corazón.

Tres generaciones de músicos cubanos estaban reunidos celebrando junto al fundador de la nueva trova cubana: Francisco Céspedes, Juan Formell y David Torrens. Cuando Milton Nascimento hizo acto de presencia en el breve espacio que Milanés y sus amigos se dieron en un privado del bar, el brasileño fue festejado y reconocido con abrazos y bromas: "Oye Milton, que te has acercado al underground".

También el tapatío Fher de Maná estaba en el jolgorio. Paseaba con Gina y accedía a retratarse con el personal. David Torrens fue requerido para sumarse a la bohemia que estaba a punto de armarse, pero no había guitarra. Milanés no se daba abasto saludando y a las 3 de la mañana se despidió dirigiéndose a la puerta junto a su hijo. Fito Páez todavía se quedó con Francisco Céspedes, para terminar su copa de tequila y organizando otra posible velada, tal vez cercana al primero de noviembre, cuando Pablo Milanés se presente en el Zócalo capitalino.

FABRIZIO LEON DIEZ