MARTES Ť 9 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Bush no dejará que sufra el pueblo afgano, sostiene

Inalterados, los márgenes del respaldo ruso a EU, dice Putin

Ť Fortalece el Kremlin su presencia en Asia central

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 8 de octubre. En su primera comparecencia pública tras el comienzo de los bombardeos, el presidente ruso, Vladimir Putin, expresó este lunes su apoyo a los ataques contra Afganistán y reiteró que los "parámetros de la participación de Rusia son conocidos y se mantienen inalterados".

Al sumarse a la coalición promovida por Estados Unidos el 17 de septiembre, Rusia condicionó un respaldo mayor a que se inscriba el problema de Chechenia en la lucha contra el "terrorismo internacional". Hasta ahora ha logrado cierta moderación de las críticas por su actuación en el Cáucaso del Norte, pero no que se identifique como un solo concepto el separatismo y el terrorismo chechenos, atribuido a los grupos islámicos más radicales.

Por ello, los límites mencionados por Putin siguen siendo el intercambio de información de inteligencia, muy útil por la experiencia rusa de 10 años de guerra en Afganistán; el suministro de armamento a la opositora Alianza del Norte afgana, cuyos combatientes prefieren armas de fabricación soviética, anticuadas pero que conocen bien; la apertura de corredores aéreos para aviones de transporte con "ayuda humanitaria" para los refugiados afganos; la participación de sus tropas especializadas en operaciones de búsqueda y salvamento en territorio afgano, y el compromiso de no interferir en el apoyo logístico que determine cada uno de sus tradicionales aliados de Asia central, las repúblicas ex soviéticas.

Antes de justificar el golpe de venganza estadunidense, y a diferencia de su reciente afirmación en Bruselas de que el propio régimen talibán era responsable de las inevitables víctimas que provocaría una acción militar entre la población civil, esta vez Putin empezó por reformular esa tesis:

"No tengo la menor duda de que el gobierno de Estados Unidos y el presidente George W. Bush harán todo lo que esté a su alcance para que no sufra la población de Afganistán", dijo el mandatario ruso.

Acto seguido, hizo la referencia obligada al tema de Chechenia, al mencionar que en los atentados del pasado 11 de septiembre "perdieron la vida 7 mil personas, cifra que supera dos veces y media las pérdidas de Rusia en todas las operaciones terrestres contra los terroristas en Chechenia desde 1999".

Esta vez se equivocaron

iran_afghanistanEl mandatario ruso considera que un golpe de tal magnitud no podía quedar sin respuesta, pero esta vez los terroristas se equivocaron. "No esperaban una cohesión tan grande de la comunidad internacional frente a la tragedia y ahora quisiera que dicha coalición se traduzca en medidas adecuadas y que los terroristas sufran en carne propia el resultado de los esfuerzos concertados de la comunidad internacional en la lucha contra el terrorismo", subrayó Putin.

Rusia, por razones comprensibles, no puede limitarse a una posición de simple observador y desarrolla una intensa actividad para fortalecer su presencia en Asia central, zona que siempre ha considerado vital para su seguridad nacional y que ahora es contigua al teatro de operaciones bélicas.

En este sentido cobran mucha fuerza los rumores, desmentidos de modo oficial, de que grupos pertenecientes a unidades de elite del ejército ruso y a las dependencias de espionaje habrían entrado ya a territorio afgano con una doble misión. Por su cuenta, sin coordinación con Estados Unidos, estos grupos, sobre todo el denominado Sygma, adscrito a las Tropas de Guardafronteras de Rusia, buscarían recabar información de inteligencia y, también, localizar y eliminar a Osama Bin Laden.

En opinión del Kremlin, Rusia podría anotarse un éxito espectacular y sin necesidad de bombardear Afganistán si logra dar con el escondite de Bin Laden. La apuesta vale la pena, toda vez que permitiría a Rusia anticiparse en conseguir el objetivo principal de la operación Libertad Duradera, dejando a Estados Unidos en una situación embarazosa por el desmesurado despliegue militar que ha realizado, el mayor de toda su historia.

De resultar exitosa la misión de los grupos especiales rusos, difícil de suyo y sin ninguna garantía de que así sea, siempre quedaría la posibilidad de explicar, con el indispensable hermetismo que acompaña este tipo de acciones encubiertas, por qué no se compartieron con nadie los detalles del operativo.

Aunque estos rumores, como ya se anotó, nunca obtendrán confirmación oficial, no parecen descabellados. Tres repúblicas ex soviéticas mantienen frontera con Afganistán y sería relativamente fácil para los grupos especiales rusos internarse en el territorio del vecino país por cualquiera de ellas, sobre todo por Tadjikistán, aledaño a la zona que controla la Alianza del Norte.

Además, no hay que perder de vista que Rusia estableció limitantes a su participación en la coalición internacional, pero ello no le impide realizar las acciones que estime pertinentes para garantizar su seguridad.

Al respecto, una de las preguntas que más preocupan al Kremlin es qué hacer en caso de que el régimen talibán lleve a cabo su jihad contra Tadjikistán y Uzbekistán.

En cuanto a Tadjikistán, es claro que Rusia no dudaría ni un instante en involucrarse en acciones bélicas. Hay compromisos de carácter militar, derivados del Tratado de Seguridad Colectiva, y este mismo lunes se reunieron en Dushanbé los secretarios de los consejos de seguridad de los países firmantes de este pacto. Si bien 25 mil soldados rusos resguardan esa frontera, se acordó someter a consideración de los presidentes de los cuatro países colindantes con la zona de conflicto (Rusia, Tadjikistán, Kirguistán y Kazajstán) la necesidad de emprender medidas conjuntas para enfrentar un eventual ataque talibán contra Tadjikistán.

El apoyo de Tadjikistán

Poco después de esa reunión, el gobierno de Tadjikistán hizo un anuncio inesperado: confirmó su disposición a abrir corredores en su espacio aéreo para aviones de combate y bombarderos estadunidenses y británicos y, de requerirse, ofreció dos de sus aeropuertos.

Es un giro importante, pues hasta hoy Dushanbe permitía el uso de su espacio aéreo sólo a aviones de transporte con ayuda humanitaria.

Uzbekistán, en cambio, no es miembro del Tratado de Seguridad Colectiva y podría ser el primero en sufrir las incursiones de las milicias talibán. Los 160 kilómetros de frontera son protegidos por soldados uzbekos y se considera el país más vulnerable, pues el régimen afgano podrían usar como punta de lanza a los combatientes del MIU (Movimiento Islámico Uzbeko), que operan en el sur del país y también tienen campamentos en Afganistán.

El régimen talibán reiteró hoy que lanzará la jihad contra Uzbekistán, en lo que parece ser la primera vez que se declara la guerra santa a un Estado cuya religión predominante es también el Islam.

Las autoridades de Tashkent, que reforzaron sus tropas en la frontera desde mediados de septiembre, minimizaron este mismo lunes la amenaza. El canciller Abdulaziz Kamilov afirmó que nadie le ha declarado la guerra a su país. "Son fantasías de quienes confunden lo deseado con lo real", comentó.

En contraste, los expertos rusos advierten que la concentración de milicias talibán junto a la frontera afgano-uzbeka coloca a Uzbekistán al borde la guerra, si bien pocos creen que pudiera llegar a producirse una invasión masiva mientras duren los bombardeos de territorio afgano.

Se considera más probable que haya enfrentamientos aislados en la frontera e intentos de penetración de pequeños grupos que procurarían realizar atentados terroristas en Uzbekistán, lo cual explicaría las fuertes medidas de seguridad que se están tomando en Tashkent y otras ciudades uzbekas.

El problema es más de largo plazo y, teóricamente, sólo hay dos países en capacidad de proteger a Uzbekistán, que son Estados Unidos y Rusia. Ambas opciones, que implicarían el despliegue de tropas durante muchos años y quizá decenios, ponen en entredicho la independencia que propugna el gobierno de Islam Karimov, que se ve obligado a hacer verdaderos alardes para no comprometerse demasiado con ninguno.

Por el momento, Uzbekistán está más cerca, en términos de cooperación militar, de Estados Unidos que de Rusia, pero los estrategas rusos sopesan la posibilidad de ofrecer ayuda militar a su vecino, en caso de que sufra un ataque talibán. Sería, en lo inmediato, una solución al riesgo que existe y, en perspectiva, una forma de frenar el acercamiento de Uzbekistán con Estados Unidos, habida cuenta de que a Tashkent le conviene poder jugar las dos cartas para sentirse seguro.

El que Uzbekistán no forme parte del Tratado de Seguridad Colectiva no es impedimento para estacionar ahí tropas rusas. Finalmente, Uzbekistán sigue siendo miembro de la Comunidad de Estados Independientes y bastaría con que su gobierno lo pidiera y la cámara alta del Parlamento ruso lo autorizara.

Hay otros resquicios legales para ello. Uno es la proliferación de organismos multilaterales que integran los países de la región y no pasó inadvertido que, el próximo miércoles, se reunirán en la capital de Kirguistán los ministros de Defensa, del Interior y de Seguridad del llamado Grupo de Bishkek.

Este grupo es una ramificación de la organización de cooperación de Shangai en materia de seguridad y está formado por Kazajstán, Kirguistán, Tadjikistán, Uzbekistán, Rusia y China. La agenda del encuentro tiene dos puntos: discutir medidas de seguridad para Asia central y analizar la situación política y militar en la región, una vez iniciada la operación contra Afganistán.

En todo caso, la asistencia militar rusa a Uzbekistán o una mayor presencia de tropas estadunidenses ahí, o ambas posibilidades, van a depender de qué tan real sea la jihad talibán contra su vecino.

El avión comercial ruso derribado

En otro orden de cosas, y mientras el gobierno de Ucrania sigue cayendo en contradicciones, cada vez quedan menos dudas en el sentido de que la causa que provocó la caída del avión comercial ruso en el Mar Negro fue un misil ucraniano.

Favorecen esta hipótesis fragmentos metálicos, ajenos a la aeronave, encontrados en el lugar de los hechos y otras evidencias en poder de la comisión investigadora rusa. Además, con base en los datos recabados por esta comisión, especialistas en informática modelaron matemáticamente todas las trayectorias de los misiles lanzados durante las maniobras militares y demostraron que, en tiempo y alcance, un misil pudo haberse desviado de su trayectoria programada e impactado accidentalmente al avión.

Lo cierto es que la actitud del presidente Putin cambió drásticamente, tras conocer las conclusiones de los investigadores rusos. Al parecer, Moscú sólo está esperando una declaración oficial de Kíev en la que acepte su responsabilidad en el trágico accidente.