JUEVES Ť 22 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť La banda que desató la violencia amenaza con nuevas rebeliones en Sao Paulo

Terminó motín de 890 reos en cárcel de Pirajuí

Ť Un recluso decapitado por sus compañeros y cuatro heridos, el saldo de la insurrección

AFP Y DPA

Sao Paulo, 21 de febrero. Con saldo de un preso decapitado por sus compañeros y otros cuatro heridos terminó este miércoles la rebelión que 890 presos desataron la víspera en la cárcel de Pirajuí, en el interior del estado de Sao Paulo, al tiempo que el Primer Co-mando de la Capital (PCC), la banda de presos a la que se atribuye el mayor motín en la historia carcelaria de Brasil, amenazó con nuevas rebeliones si no son atendidas sus reivindicaciones.

Los amotinados en Pirajuí liberaron esta mañana a siete agentes que mantenían co-mo rehenes, ante la inminente irrupción de tropas en el presidio. Al igual que el supermotín del domingo en 29 cárceles, el de Pirajuí habría sido organizado por el PCC.

"El PCC afirma que en cualquier momento puede organizar un motín masivo como el del domingo, pero no será pacífico", de-claró el presidente de la Comisión de De-rechos Humanos de la Cámara de Diputados, Marcos Rolim.

El diputado y el fiscal Carlos Cardoso se reunieron con seis líderes del comando, que exigía la devolución a Sao Paulo de 10 de sus líderes trasladados a otros penales.

Ahora, según Rolim, el PCC tiene más condiciones para mantener la calma en las cárceles: fin a las golpizas a los presos y a los maltratos a sus familiares, y aceleración de los procesos judiciales pendientes.

Además, reivindica una acción contra di-rectores de penal que colocan en pabellones dominados por una facción a presos de bandas rivales, para se maten entre ellos.

"Por cada hermano golpeado, un torturador menos", afirmó Rolim que le dijeron líderes del PCC, que prometen "matar a funcionarios que los golpeen, pero fuera de los presidios, donde también están organizados".

La sorprendente organización del motín del domingo, que dejó 19 presos muertos, entre ellos tres líderes del PCC, fue posible gracias a una red de comunicación que in-cluye teléfonos celulares y tiene la ayuda de las familias y funcionarios corruptos.

"Tienen una política de finanzas: cada afiliado paga 30 reales (unos 15 dólares) por mes a un fondo para pagar abogados y medicamentos para presos, y tienen una ca-ja externa que se nutre con asaltos y se-cuestros realizados fuera de los presidios por grupos afines", precisó el diputado.

El poder del PCC "está en proporción directa a la ineficacia del Estado", añadió el legislador en conferencia de prensa, durante la cual denunció trabas para que una comisión de parlamentarios acompañara a las revisiones policiales después que los presos depusieron su actitud rebelde.

El sistema de prisiones no enfrenta sólo el reto de retomar el control de los presidios --en los que también actúan otras bandas como el Comando Democrático y Libertad o el Comando Revolucionario Brasileño del Crimen--, sino también la amenaza de que sus 22 mil funcionarios se declaren en huelga el viernes.

"Mi temor es que la respuesta del gobierno de Sao Paulo sea la represión, por lo que vamos a contar cadáveres de nuevo", añadió Rolim, quien el pasado septiembre presentó un informe de la situción de las cárceles brasileñas, a las que definió como la "reinvención del infierno" por la sobrepoblación, que a veces lleva a alojar hasta 40 reos en una celda, a la extendida corrupción y a la lentitud de la justicia.

Por otro lado, el diputado presentó hoy otro informe, según el cual los destacamentos militares en territorio indígena yanomani, en el norteño estado de Roraima, son un foco de abusos sexuales contra los menores de edad indígenas.