SABADO 29 DE ABRIL DE 2000
* BALANCE INTERNACIONAL
Futuro del tipo de cambio
* Eduardo Loría *
El temor sobre las variaciones de la paridad cambiaria, lejos de disminuir ha aumentado a raíz no sólo de la apreciación cambiaria real (que actualmente está en cerca de 16 por ciento con respecto a diciembre de 1998, que llegó a 10 pesos por dólar), sino que además por la confluencia de varios factores adicionales: a) es altamente probable que en las próximas reuniones de la Reserva Federal de Estados Unidos se eleven sostenidamente las tasas de interés; b) la certificación internacional de inversión que se otorgó a México todavía no ha dejado sentir sus efectos en cuanto al ingreso de capitales de corto plazo, por lo que es totalmente previsible que habrá algo parecido a una euforia financiera en los próximos meses que presionará aún más a la apreciación cambiaria; c) la desaceleración del crecimiento de la economía estadunidense y la trayectoria de la nuestra, avisan una ampliación del desequilibrio comercial mexicano; d) las turbulencias bursátiles en la bolsa tecnológica (Nasdaq) todavía no han tenido los impactos negativos previsibles, pero eso no quiere decir que hayan dejado de existir, y por último, e) los tiempos políticos (por lo menos hasta diciembre próximo) serán de vital importancia en la formación de expectativas.
Todos estos factores en conjunto pueden provocar uno de los dos siguientes escenarios: a) un aumento aún mayor de la apreciación cambiaria, aunque muy difícilmente por debajo de los 9 pesos por dólar, y después de las elecciones una lenta recuperación, y b) que el nerviosismo financiero en Estados Unidos detone un efecto de contagio de proporciones importantes que, combinado con la reducción reciente de las tasas internas de interés, presione a una corrección cambiaria mucho más anticipada y que lleve al tipo de cambio a cerca de 9.9 pesos en el tercer trimestre del año.
Es plausible inclinarse por la primera opción, sobre todo al considerar que los demás índices bursátiles no han sido afectados, que la desaceleración estadunidense actuará con algunos rezagos y que el nivel de las reservas brutas ha roto niveles históricos. De tal manera que con el objetivo de cerrar bien el sexenio y obtener la meta de inflación, el Banco de México con el manejo cauteloso de política monetaria y cambiaria, puede soportar por unos meses la ampliación del déficit externo y quizás sacrificar un monto mesurado de reservas antes de corregir la paridad cambiaria. Sin embargo, la alta velocidad con que ahora ocurren los fenómenos económicos podría apresurar la segunda opción, aunque de ninguna manera esto significa que estemos cerca de una crisis cambiaria como la de diciembre de 1994. Sobre esto tratará la próxima colaboración.
eloria@coatepec.uaemex.mx