La arremetida
* Octavio Rodríguez Araujo *
El tema de las cuotas en las universidades públicas se ha vuelto a calentar, y los argumentos para defender el cobro a los estudiantes siguen siendo los mismos: que se trata de un subsidio de los contribuyentes a un segmento de familias acomodadas que tienen a sus hijos en estudios superiores, pues aproximadamente 70 por ciento de los estudiantes de las instituciones de educación superior pertenecen al 30 por ciento de la población con mayores ingresos. (ANUIES, con base en datos de la OCDE, La Jornada, 29/02/00).
Quién sabe a qué país se refiere la ANUIES. Los datos de las Encuestas Nacionales de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) de los años recientes revelan que mientras en 1994 el 69 por ciento de los hogares de México eran pobres, para 1996 esa proporción había ascendido a 78 por ciento, por lo que ese 30 por ciento de la población con mayores ingresos es un invento tanto de la OCDE como de la ANUIES, o en el mejor de los casos, no han actualizado sus datos y se quedaron en 1994. Aun así, se debe señalar que 2.5 millones de personas (2.6 por ciento de la población total) tienen ingresos superiores a cinco salarios mínimos, y en este 2.5 por ciento debemos considerar a los capitalistas que tienen activos de más de mil millones de dólares. ƑSon acomodadas las familias que obtienen cinco salarios mínimos? ƑLo son las que viven con menos?
Del total de estudiantes de licenciatura en la UNAM, sólo alrededor de 50 por ciento promedio pertenece a familias con ingresos promedio de hasta nueve salarios mínimos, y sólo el 7 por ciento promedio a familias con cuatro salarios mínimos o menos (Perfil del ingreso familiar de los alumnos de la UNAM, 1995-1998, México, Secretaría de Planeación, UNAM, febrero de 1999, cuadro 2.1.10, p. 54.), lo que quiere decir que la mayoría de los pobres de México, los de menos de cinco salarios mínimos, casi no tienen oportunidad de estudiar una licenciatura. Sin embargo, el abogado general de la UNAM declaró que ésta, "en cuanto a número, no puede crecer más" (La Jornada, 29/2/00), siendo que en México apenas 14 por ciento de los jóvenes ha podido entrar a la educación superior, mientras en los países desarrollados la mitad de los jóvenes tienen esta oportunidad. Con este dato, Víctor Flores Olea se preguntaba (El Universal, 12/02/00): "ƑNo se explica también así la rebelión de los jóvenes y su exigencia de mayor presupuesto y de una clara definición constitucional disponiendo el carácter gratuito de la educación pública superior en México?"
Lamentablemente los jóvenes que se movilizaron por una universidad pública gratuita y por mejores oportunidades de estudio para los pobres del país, se han comido a sí mismos, y por esta sencilla razón, ahora son menos. Y algo peor: con la excepción de unos cuantos profesores, también ultras, rechazaron, incluso con violencia verbal, todo tipo de alianza con los cientos de académicos que simpatizamos con su pliego petitorio sin entender que si eran reprimidos, como lo fueron, no habría una continuidad de su movimiento en el ámbito de los académicos. Al marginar e insultar a los profesores e investigadores coincidentes con su pliego petitorio, lo único que lograron fue que éstos terminaran por no aceptar al CGH como representante de los estudiantes, aunque las razones sean muy distintas a las de las autoridades universitarias.
Es una lástima que los grupos e individuos hegemónicos del CGH no hayan entendido que en un movimiento como el que protagonizaron tenían que extenderse y ganar simpatizantes, en lugar de restarlos cada día en cada asamblea. Y tampoco entendieron que la imposición de una forma de organización a quienes no la compartimos (el asambleísmo) resultaba ser no sólo una imposición más a los posibles aliados sino otra manera de excluir.
La consecuencia de este proceso de exclusiones y desencuentros la vamos a ver muy pronto: una reforma de la UNAM muy lejana, si no contraria, a la que se propusieron los estudiantes del CGH y los que hemos defendido el pliego petitorio a pesar de no ser aceptados como aliados. Por algo el tema de las cuotas vuelve a discutirse y por algo también las autoridades de la UNAM (y la ANUIES) han iniciado de nueva cuenta sus propuestas para las universidades públicas. ƑSentirán que ya ganaron? Puede ser, a menos que el CGH replantee su estrategia y abandone, de una vez para siempre, sus actitudes intransigentes y de exclusión. La arremetida de rectoría y del gobierno federal ya está en marcha otra vez. *