La directora de la casa hogar niega acusaciones de maltrato


Miseria en El Recobro

Bertha Teresa Ramírez * Los domingos, Rosilia Ruiz, directora de la casa hogar El Recobro, preside el servicio religioso en el que participan todos los enfermos mentales de ese lugar. Al centro de la estancia donde se reúnen para rezar, afirma: "Yo soy un milagro de Dios, tengo 20 años de haber nacido de nuevo, de haber sido una persona restaurada por la mano divina en la penitenciaría de Santa Marta Acatitla".

Aunque la directora de El Recobro fue denunciada ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos por maltratar enfermos mentales ųcanalizados a ese lugar entre 1989 y 1997 por el DIF y las procuradurías General de Justicia del Distrito Federal y de Justicia del Estado de Méxicoų, ella desdeña la acusación y asegura que nunca se le comprobó nada.

Sostiene que no es la ambición lo que la motiva a recoger a enfermos mentales que ya nadie quiere atender: "No me dedico a esto por lucro, sino porque Dios me lo ordena y no espero que el gobierno me salve. Si es por eso que me tiran, porque el gobierno no le ve el chiste a darles de comer a estos pobres. Siempre me han dicho que no hay presupuesto para los deficientes mentales. Estos niños viven por la pura misericordia divina".

A la mitad de lo que llama el "oratorio", Rosilia recorre con la mirada a su singular auditorio. Con el índice ubica a una de las jóvenes recluidas y asienta: "Mira esta niña, me la trajeron a los ocho años y no hablaba. Cada que sabe que se la van a llevar, se escapa. Ya hasta tuve que esconder su expediente y el de aquella otra también. Además, ya les dije a todos que si vienen por ellos se echen a correr y después regresen para llevármelos a vivir conmigo".

La directora de El Recobro, de 48 años, afirma que cuidará de estas personas toda la vida para cumplir con Dios. "Yo no sé si ustedes sean cristianos o no, pero déjenme decirles que yo soy una persona transformada por el poder divino".

Y recuerda cómo había sido su vida. Cuenta que fue una niña de la calle y que sus padres fueron contrabandistas de mariguana: "Soy hija de personas alcohólicas y drogadictas, mis padres se internaban en la selva de Quintana Roo para sembrar mariguana. Viví en medio de orgías y mucho sexo, dro-gadicción y depravación. A los ocho años me abandonaron en la vía pública, sobreviví en el barrio de El Molinito, en Naucalpan, pero mi vida se perdió a esa edad, porque ya traía el vicio y muchas otras cosas que me sucedieron".

A los diez años, añade, comencé a robar porque tenía hambre y a los 13 ya había estado en varios tribunales para menores: "Era una asaltante profesional y mi mente estaba desquiciada por la drogas y el alcohol. Era una drogadicta perdida y por eso fui a parar al hospital siquiátrico Fray Bernardino".

En ese centro de salud recibió tratamiento y medicamentos, "cuando salí de ahí, caí varias veces en la penitenciaría. Un día me castigaron en el apando porque estaba enloquecida. Ahí fue cuando tuve la visión de Jesucristo y Dios que cambió mi vida."

Dice que cuando salió de la cárcel lo primero que hizo fue ponerse a recoger "a cuanto enfermo mental veía abandonado en la calle. Así formé El Recobro, hace 12 años, en un cuartito adonde los comencé a llevar".

Mientras nos lleva a recorrer el patio y los dos cuartos donde duermen los internos ųy donde por cierto sólo se aprecian unas 30 camasų, Rosilia precisa que hay en el lugar 70 enfermos.

"En diciembre me cayó un operativo de la PGJDF. Me quitaron a unos niños que tenían conmigo entre siete y ocho años porque se les dio la gana", denuncia.

Nos muestra entonces las precarias instalaciones, cuyos pisos de cemento y los baños sin puertas se ven recién lavados. Pide enérgicamente a los menores que se encuentran ahí que guarden silencio. "Pasen a ver las recámaras ųinvitaų, no crean que está limpio porque sabíamos que iban a venir; tenemos limpio porque trabajamos para Jesucristo".

Según Rosilia, el premio que le otorgó la IVY Interamericana Foundation en Washington durante 1999 fue promovido por estadunidenses y fue el resultado de "una bendición divina".

Por último, externa una queja: "Siempre he estado oculta, hace años que me persiguen porque no quieren que recoja a todos estos pobres que ya nadie quiere".