José Steinsleger
Cómo cayó Noriega
En el cuento Tema del traidor y el héroe, Jorge Luis Borges describe las tribulaciones de un personaje que bien pudo haberse reencarnado en el general panameño Manuel Antonio Noriega, actualmente preso en una prisión federal del estado de Florida.
Aquél, dice el escritor, "...perteneció a la realidad y, posiblemente, a la literatura" y fue héroe del nacionalismo irlandés contra el invasor inglés. Como Noriega, el patriota irlandés, héroe y traidor al mismo tiempo, resultó "...un conspirador, un glorioso capitán de conspiradores, asesinado en la víspera de la rebelión que había premeditado y soñado".
Noriega, personaje clave de la historia reciente de América Latina, siempre estuvo más cerca del realismo vergonzante que del realismo mágico con el que algunos escritores tratan de describir la compleja realidad de nuestros pueblos. Y su rendición ante el invasor representó un golpe muy duro para el antimperialismo, causa que el militar había jurado defender "hasta entregar la vida".
ƑCuándo empezó el proyecto de invasión a Panamá? Los expertos en astrología china hablarían del Año del Dragón, que aparece cada 12 años y que en la historia del país istmeño es particularmente notable. Si 1964 fuese el punto de partida, encontraríamos al grupo de jóvenes patriotas que izaron banderas panameñas en la llamada Zona del Canal.
Doce años después, en 1976, el general Omar Torrijos emprendió la gran campaña internacional que llevó a la firma de los Tratados Torrijos-Carter (1977) y en 1988, a 12 años del 2000, el general Noriega festejó con la comunidad china el Año del Dragón, donde declaró: "Estados Unidos es el demonio, un monstruo maligno. El imperialismo está condenado a morir por la ley de la vida y la evolución de las doctrinas sociales del mundo..."
A veces, en boca de ciertos personajes, la vacuidad de la retórica no es suficiente para desmentir el contenido de sus verdades. Puede sonar cínico, pero si para el presidente Franklin Delano Roosevelt el general Somoza era el son of a bitch de la política imperial, lo mismo podía decirse del papel cumplido por Noriega en el periodo que le tocó defender la soberanía de Panamá.
La Operación Causa Justa, con la que Estados Unidos justificó el bombardeo de la población civil y posterior ocupación de Panamá el 20 de diciembre de 1989, tiene sus raíces en un informe secreto del gobierno estadunidense: el llamado "Dissent papers on El Salvador and Central America".
Tras leer detenidamente el informe, el general Torrijos le dijo a su edecán, el sargento y escritor Cuchú Martínez: "Aquí dice que yo soy borracho, visceralmente antiyanqui y que puedo destruir el canal. Suma esto... Ƒqué te da?"
Torrijos murió en 1981, "misteriosamente", al empezar el mandato del presidente Ronald Reagan, en uno de los tantos "accidentes" que casualmente acaban con la vida de gobernantes, estadistas y líderes populares de América Latina.
A fines de 1985, la negativa de Noriega de sumarse a los planes intervencionistas de la Casa Blanca en América Central le representó al almirante John Poindexter, miembro del Consejo de Seguridad Nacional, la pérdida de una valiosa pipa que rompió en el escritorio de quien ya no deseaba seguir colaborando con Washington y que, por el contrario, sentíase heredero del legado antimperialista de Omar Torrijos.
Seis meses después el periódico The New York Times publicó en primera plana una encuesta realizada por el periodista Seymour Hersh en presuntas fuentes de los servicios de inteligencia, altos funcionarios de la Casa Blanca, el Pentágono y el Departamento de Estado (12/06/86). Los entrevistados sostenían que Noriega estaba involucrado en actividades de doble espionaje (a favor de Cuba y Estados Unidos) y negocios del narcotráfico.
Cuando Poindexter cayó en desgracia a causa de manejos ilícitos de fondos en el sonado caso Irán-contragate, Hersh declaró que todos los materiales periodísticos para aquella encuesta que desencadenó la ofensiva contra Noriega le habían sido suministrados por el propio Poindexter.
Sin embargo, la CIA nunca entendió por qué el general panameño, en plena intervención, decidió refugiarse en la Nunciatura Apostólica y no en las embajadas "lógicas" de Cuba, Nicaragua o Libia.
Yo también quedé desconcertado, sin recordar que en la entrevista que Noriega me concedió semanas previas a la invasión me despedí deseándole suerte para su pueblo, y él respondió: "Primero Dios". Y nadie recordaba entonces que cuando el nuncio apostólico José Sebastián Laboa llegó a Panamá, en 1983, había redactado el prólogo de un libro del héroe-traidor titulado El general de la paz. Y esto pasa por no leer.