Ť La semana política en Estados Unidos
Ť El aniversario del intento de destitución del presidente
Ť El resultado, una nueva tolerancia sobre el sexo y las drogas
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 18 de diciembre Ť Este domingo es el primer aniversario del histórico voto en la Cámara de Representantes a favor de destituir al presidente Bill Clinton, por mentir sobre la relación que sostuvo con una joven voluntaria de la Casa Blanca; pero esta votación ųla cual fue la segunda en la historia de esta república en que la cámara baja tomó esta decisión para retirar al mandatarioų ahora es poco más que un evento muy distante en la memoria del país.
Un año después, Clinton sigue disfrutando vivir en la Casa Blanca, y esta semana, la mujer cuyas aventuras presidenciales causaron una crisis constitucional, Monica Lewinsky, estaba de regreso en Washington para testificar en un caso criminal contra la mujer que divulgó el affaire a la prensa.
En tanto, la esposa del presidente busca promover su carrera política al intentar convertirse en senadora en Nueva York, y el vicepresidente se encuentra como el demócrata favorito para ser el candidato de ese partido a la presidencia.
Los acusadores y opositores de Clinton no han tenido un buen año. El ex presidente de la cámara, el republicano Newt Gingrich, quien una vez dijo que siempre tomaría la oportunidad de hablar sobre las mentiras de Clinton, finalizó esta semana un agrio proceso de divorcio. Durante el juicio, Gingrich fue obligado a reconocer que había tenido un amorío con una asesora legislativa ų20 años más joven que élų durante seis años, y antes que fuera elegido presidente de la cámara bajo la consigna de devolver los "valores" a la política en Estados Unidos.
Otros dos políticos republicanos de alto perfil, incluido el hombre escogido para tomar el lugar de Gingrich, también fueron obligados a reconocer sus aventuras sexuales. "La derecha ha perdido completamente la credibilidad para definir valores morales", lamentó la columnista conservadora Arianna Huffington.
El fiscal especial Kenneth Starr, quien encabezó la investigación contra Clinton y promovió su destitución, ha regresado al sector privado, a su antiguo bufete legal, aunque sus socios le ofrecieron un salario de sólo la mitad de lo que ganaba en los cuatro años anteriores a la investigación presidencial.
Un año después que culminó el drama de la destitución ųevento que ocupó a esta capital, a la Casa Blanca y al Congreso durante casi un añoų todo eso se está desvaneciendo de la conciencia pública.
"La página ha dado vuelta muy rápidamente", opinó Marshall Wittmann, analista de la conservadora Heritage Foundation, quien agregó que "la destitución nunca en verdad ocupó al pueblo americano. Si uno le pregunta a la gente dónde estaba ese día (cuando se votó por la destitución), no responderán que estaban cautivados frente a sus televisores observando el debate. Dirán que estaban en el mall comprando una corbata para su tío".
El pueblo estadunidense sí opinaba que Clinton había hecho algo malo, pero simplemente no estaban de acuerdo en que fuera destituido por ello.
Una encuesta de CNN difundida esta semana encontró que más gente hoy día apoya la decisión de la cámara de destituir al presidente que los que opinaron así hace un año.
El voto por la destitución, aunque importante para los historiadores, hoy apenas es tema de debate público. Ninguno de los candidatos presidenciales republicanos ha abordado el asunto, y sólo se atreven hacer referencias indirectas al decir que quieren, por ejemplo, restaurar la "dignidad" de la presidencia. Pero en gran medida el escándalo sólo demostró que el público es menos histérico de lo que suponían muchos políticos, y que está preparado para aceptar los defectos humanos en las vidas personales de los políticos.
Esta actitud ahora se ha extendido al tema de las drogas. Durante un debate esta semana, el precandidato presidencial demócrata Bill Bradley declaró: "Yo admití que había fumado mariguana, igual que el vicepresidente... No creo, francamente, que este sea un tema, si ocurrió hace 30 o 25 años". De hecho, Bradley, el vicepresidente y precandidato Al Gore y el precandidato republicano y gobernador George W. Bush han admitido, al menos implícitamente, que fumaron mariguana en sus juventudes. Aún está por verse si este cambio de actitud tendrá algún impacto sobre la "guerra contra las drogas".
Un año después del voto histórico para destituir a un presidente y la crisis constitucional conllevó, lo raro es que ahora se descubra una nueva tolerancia en la cúpula política y entre la opinión pública sobre el sexo y las drogas. ƑQuién lo hubiera adivinado hace un año?