* Su estreno consolida en México un nuevo producto cultural: el teatro de maquila
El fantasma de la ópera, espectacular montaje de 8.5 mdd en versión meshica
* La obra responde al concepto neoliberal de ''calidad total'', a pesar de momentos de humor involuntario
Pablo Espinosa * Con la ausencia de grandes personalidades de la política, el mundillo de la farándula degustó el estreno, la noche del jueves en el Teatro Alameda 1, del montaje más ambicioso en la historia del teatro, la ópera y la música en México: la comedia musical de ese genio llamado Andrew Lloyd Webber, El fantasma de la ópera, en versión meshica.
El resultado: una producción con un elevado nivel de calidad.
Las dimensiones son grandiosas por donde quiera que se observen: en primerísimo lugar, una inversión de ocho y medio millones de dólares; una obra maestra, El fantasma de la ópera, que es la reina actual de la taquilla en el ámbito mundial; un ejército de talentos mexicanos supervisados por 60 representantes de Harold Prince, convertido así en director escénico a control remoto (aun sin su presencia, su crédito refulge, pues todo el acontecimiento se podría mirar como un trade mark).
Expliquemos: el estreno en nuestro país de esa grandiosa comedia musical consolida un nuevo modo de producción teatral, que en cristiano se podría nombrar como maquila, o bien, en términos elegantiosos, "como en Broadway".
El fantasma de la ópera fue estrenado hace 13 años, el 9 de octubre de 1986, en el Her Majesty's Theatre de Londres, y hace 11 en Broadway. En ambas capitales del género mayúsculo conocido como musical, continúa desde entonces en cartelera con localidades agotadas. Más de 70 millones de personas han pagado boleto por verla. Antes de que fuera estrenada en México ųcosa que ocurrió el jueves por la nocheų ya se habían vendido más de 20 mil boletos, fenómeno de preventa hasta ahora inédito en el país.
El lord de los musicales
El autor de la música y el responsable de este éxito descomunal es un señor llamado Andrew Lloyd Webber, considerado como la máxima figura musical en el planeta. A sus 51 años, Lloyd Webber pasó rápidamente de sir a lord: ''Por sus servicios a las artes'', esa potencia mundial llamada Reino Unido lo nombró sir Andrew Lloyd Webber.
Pero su éxito es tan apabullante como su genio. Hace un par de años de plano le confirieron el título de lord Lloyd Webber de Sydmonton. Un paseo turístico por Londres tiene como punto de referencia obligada la mansión del señor-sir-lord. Luminaria, celebridad y leyenda. Más: Se trata del único autor con tres musicales escenificados en Nueva York y otros tres en Londres de manera simultánea.
Interminable, la lista de méritos de don Andresito Agüever. Baste citar los títulos de algunas de sus obras: Jesucristo superestrella, Evita y Réquiem.
Volvamos a lo de director por control remoto: no necesita estar presente el director Harol Prince ni por medio de holograma. Vaya, ni por fax ni por Internet ni por señales de humo. Un equipo de 60 expertos viajó desde la capital británica para vigilar que todo salga ''como en Londres, como en Broadway'' o, como dijeran las señoras que se creen "de sociedad", "como en las mejores capitales del mundo".
Así, El fantasma de la ópera es en la realidad más cruda "un producto" antes que una comedia musical. Como fabricar autos de lujo, en serie y en cualquier país de maquila barata.
No en balde tardó la empresa CIE más de un año en cumplir los rigurosos requisitos para comprar los derechos de esa obra para explotarla comercialmente en el mundo de habla hispana. La noche del jueves, uno de los representantes de ese trust, el mexicano Federico González Compeán, celebró al término de la función y desde el micrófono el éxito de ese grupo empresarial después de diez años de duro, intenso, dedicado trabajo.
Es menester mencionar aquí que hace diez años se cumplía el primer año de gobierno de Carlos Salinas de Gortari, quien ponía en marcha disposiciones hoy reconocidas como neoliberales, y consistentes en repartir la riqueza entre unos cuantos empresarios. Habilitar los diferentes frentes de inversión privada para vivir la aldea global. Surgieron así nuevos monopolios, nuevos ricos en las listas Forbes y una aceleración del glorioso ingreso de México al primer mundo.
Lo que hoy es la exitosísima empresa CIE es la depositaria de lo más importante del negocio del entretenimiento. Y en diez años se ha expandido a España y varios países latinoamericanos. Además de los megachonchiconciertos (U2, Rolling Stones, Santana, et al), CIE ha puesto a México en el mapa de los grandes acontecimientos en la industria planetaria de la diversión.
Los antecedentes de la gloria actual con El fantasma de la ópera tienen un punto nodal en el estreno, en mayo de 1997, de La bella y la bestia, cuyo éxito alcanzó 14 meses en cartelera y gira de expansión de mercado por Argentina y España. Ambas obras, con la recientemente estrenada, Rent, coinciden en la cartelera actual de CIE. Calidad, negocio redondo. El procedimiento para amasar fortunas en taquilla es el mismo: tanto La bella... como El fantasma... siguen el mismo mecanismo: existe un guión, un trazo general, una especie de marca registrada (trade mark), un modelo para armar, y todo es cuestión de reproducirla, como calca fiel, en cada país.
Lo espectacular ante todo
En México los resultados del casting son halagadores: una de las primeras bailarinas de la Compañía Nacional de Danza, algunos de los mejores cantantes de ópera de la nueva generación, e inclusive el requisito del neogalán, en este caso el papel a cargo del hijo de Anel y José José: José Noel, el único miembro de la trouppe a quien ųdado también el alto rendimiento de sus compañerosų podría reprochársele ausencia de "calidad total" (para usar el término "técnico" de la jerga neoliberal).
Tan calca fiel, que las extraordinarias voces, los grandes rendimientos actorales, tan fastuoso el todo, que en los momentos francamente operísticos de El fantasma de la ópera el montaje deviene zarzuela, detalle ųcomo otrosų de humor involuntario, debido a que se trata de una versión traducida al español.
Además, el tono standard adoptado en las modulaciones de voz y las impostaciones tipo doblaje de documental ponen el tono general de plástico de un montaje ''como en Broadway''. A pesar de todo, seguimos en Mexiquito.
He aquí un acontecimiento cultural histórico: con el estreno de El fantasma de la ópera ųuna obra preñada de belleza, de poética fastuosa, como en un poema de Emilia Larsenų se consolida en México un nuevo modo de producción en la industria cultural: el entretenimiento a toda cabalidad, con rigor, profesionalismo extremo, calidad elevadísima. Si antes los buenos bailarines, los cantantes de excelencia, los artistas en general debían enfrentar los rigores de la burocracia del Estado que no cumple sus funciones, ahora deben hacer castings para que la iniciativa privada apoye, impulse, reconozca sus talentos.
ƑVale la pena? Por supuesto. Es plástico, pero de primerísima calidad. Súmese entonces, con gozo y sin remilgos, a los más de 70 millones de consumidores contentos en el mundo con este amigabilísimo fantasma.
He aquí una puesta en escena formidable. Un montaje de primer mundo... en el tercer mundo.