Ť La reunión llegó a su fin con la firma de la Declaración de La Habana


El encuentro, todo un éxito pese a augurios de que fracasaría: Castro

Ť La presidenta Mireya Moscoso, quien cerró la conferencia, elogió los valores de la democracia

Rosa Elvira Vargas y David Aponte, enviados, La Habana, 16 de noviembre Ť La novena Cumbre Iberoamericana celebrada este martes, dominada por los llamados de varios mandatarios a una apertura democrática en Cuba, llegó hoy a su fin con la firma de la Declaración de La Habana por parte de los jefes de Estado y de gobierno de la región, en una ceremonia de clausura en la que el mandatario cubano, Fidel Castro, aseguró que el encuentro fue "todo un éxito", pese a pronósticos que anticipaban un fracaso.

En la ceremonia, a la que asistió el cardenal de La Habana, Jaime Ortega, Castro sostuvo que no hubo una "cumbre borrascosa", como creyeron algunos, y en cambio fue la más "sosegada" de las juntas que se realizaron desde 1991.

CUBA_IBERO_AMERICAN_SUMMIT Incluso, mencionó que los presidentes firmaron una serie de declaraciones que fortalecen la unidad iberoamericana, entre ellas la que nombra "pintor de América" al ecuatoriano Osvaldo Guayasamín.

Para concluir, se hizo eco de la frase utilizada por su fallecido compañeros de armas, el legendario guerrillero Ernesto Che Guevara: "Hasta la victoria siempre".

Antes, el jefe del gobierno de España, José María Aznar, había expuesto en la plenaria que la Declaración de La Habana permitirá a los gobiernos de la región seguir el camino para que los habitantes de los países miembros "tengan libertades y democracia", como los "mejores ingredientes" para lograr el pleno desarrollo.

Posteriormente le tocó el turno al presidente de México, Ernesto Zedillo, quien dirigió un breve discurso.

Fue a la presidenta de Panamá, Mireya Moscoso, ausente durante la apertura por enfermedad, a quien le correspondió cerrar la cumbre en su calidad de anfitriona de la primera cumbre del próximo siglo.

Moscoso también elogió los valores de la democracia, para luego recordar que cuando los gobernantes se congreguen para la próxima cita, que se centrará en el tema de la niñez, "habremos asumido la responsabilidad histórica de disponer administrativa y soberanamente del Canal de Panamá y sus áreas adyacentes".

A las 20:05 horas locales, con un aplauso de los asistentes, terminó una cumbre en la que los grupos disidentes de la isla salieron a la luz pública y en la que se registraron llamados de varios mandatarios para una apertura democrática.

Tampoco faltó una propuesta que causara asombro, como la del gobernante venezolano, Hugo Chávez, de formar una fuerza militar multinacional de la región para la defensa de sus territorios.

Fue durante la inauguración que varios líderes americanos solicitaron una apertura democrática, pero Castro reiteró también que no abandonará los "caminos de la revolución y el socialismo".

Los presidentes de Portugal, Jorge Sampaio, y de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, había recordado Castro, de 73 años, rubricaron junto con él la Declaración de Viña del Mar, en 1996, que consagra la democracia y el pluralismo como bases de la unión iberoamericana.

En otros momentos de la cumbre, el rey Juan Carlos de España formuló comentarios similares sobre la necesidad de una apertura democrática.

Castro escuchó educadamente los consejos de sus homólogos, pero en su discurso de apertura afirmó que "gente tonta y sabia se dieron a la imposible tarea de persuadir a Cuba de que debía abandonar los caminos de la revolución y el socialismo".

LATAM_IBERIA_29I "Cual si tuviésemos por preceptor al mismísimo Aristóteles, escuchábamos pacientemente sus consejos con la sonrisa de la Gioconda y la bíblica paciencia de Job", añadió un irónico Castro.

También recordó que en 1991, durante la convocatoria de la primera cumbre, "nadie creyó que Cuba pudiera resistir la caída del mundo socialista, que condujo al doble bloqueo que debe soportar nuestro país".

Finalmente, advirtió sobre la necesidad de consolidar la integración y señaló que "en el mundo difícil y complejo que se nos viene encima y en el que se juega la supervivencia e integridad de nuestros países", sólo podrá ser soportado con una férrea unidad de la región.

En todo caso, la cumbre celebrada en la capital cubana, que esta semana celebra 480 años de su fundación, fue una de las que registró mayores ausencias, dos de ellas --las del presidente chileno, Eduardo Frei, y la de su colega argentino, Carlos Menem-- por el tema de Pinochet.

Aunque se preveía que éste iba a ser uno de los puntos de la discordia, finalmente los encuentros de mandatarios extranjeros con la disidencia concentraron la luz de los reflectores, y la controversia entre Chile y España en torno a la detención en Londres del ex dictador chileno Augusto Pinochet, a pedido de la justicia española, quedó en segundo plano.

Lo que trascendió, en todo caso, fue que en la sesión de trabajo a puertas cerradas realizada este día el canciller chileno, Juan Valdés, acusó a España, sin nombrarla, de haber faltado a los principios sobre los que se funda la unión iberoamericana, y añadió el funcionario que "nuestra transición no requiere tutorías".

Pese a todo, la Declaración de La Habana rechazó "la aplicación unilateral y extraterritorial de leyes nacionales" a terceros países, lo que constituye una "violación de los principios que rigen la convivencia internacional, debilitan el multilateralismo y son contrarios al espíritu de cooperación y amistad que debe regir entre nuestros pueblos", fórmula que finalmente satisfizo a Santiago y Madrid.