n El antropólogo escribió un libro sobre nación y mediación en el país
Dialogar con la utopía, rasgo de nuestra modernidad: Lomnitz
n Bonfil no creó el concepto de México profundo, pero sí abordó con fuerza la negación cultural, afirma
César Güemes n Luego de impartir clase en diversas universidades de Estados Unidos durante diez años, Claudio Lomnitz toma un año sabático de regreso al país y da a conocer aquí su más reciente libro, Modernidad indiana, nueve ensayos sobre nación y mediación en México (Planeta). Su postura en desacuerdo con el concepto de nación profunda y la necesidad de reformular el concepto de antropología son puntos clave de su texto y de la plática con él.
ųƑQué tanto la visión del sur desde la universidad en Chicago donde imparte clase, aun con todos los documentos a que pueden tener acceso los investigadores, es distante?
ųHay cierto lujo de distancia que te permite la universidad estadunidense respecto de la realidad mexicana, que por otra parte puede ser también una alienación. Al encontrarse a un lado de México, donde la historia y la política se vinculan, estudiar al país desde Estados Unidos ofrece la ventaja de que no tienes demasiadas presiones culturales o políticas para dedicar el tiempo necesario a un solo tema. Hay también la posibilidad de una distancia alienada, ver a México como un objeto, y de apreciarse a uno como a un científico observando ese objeto como si no fuera uno parte del estudio. Lo cierto es que desde una universidad estadunidense se pueden escribir libros de historia de México sin haberlo visitado nunca. La distancia brinda buenas posibilidades y varios riesgos.
Ciudad de México, museo fantástico
ųUno de los puntos del libro aborda el concepto de México profundo con el cual no está de acuerdo.
ųTengo cierta ambivalencia aunque a final de cuentas, en efecto, no estoy de acuerdo con él. En principio, tengo ciertos puntos a favor. No es ningún insulto reconocer que la formulación que hizo Guillermo Bonfil no la inventó él. La idea de la nacionalidad profunda ya existía en Francia o en Perú en los años treinta. El conocía bien esa tradición. Hablar de la nacionalidad en términos de sus raíces, de la hondura de su origen, tiene cierto tipo de problemas porque finalmente tiende a formular una visión esencialista acerca de lo que es la verdadera cultura nacional. Creo que Bonfil también cae en ese problema. Por otra parte pienso que sus estudios, más allá de esa formulación, son muy valiosos porque trata con mucha fuerza el tema de la negación cultural en el país. Ese es el apartado que rescato de su trabajo: al hablar de un México profundo aborda también la negación o degradación de ciertas costumbres o hábitos.
ųƑPodemos pensar, aunque se escuche un tanto extraño, de una segunda o nueva modernidad para el país?
ųCreo que sí, porque la modernidad en México ha sido muchas cosas. Entre ellas, un diálogo con la utopía. Claro, el nuestro no es el único país en el que pasa esto y es importante reconocerlo. Por ejemplo, en el libro distingo entre modernización como un proceso que tiene que ver con consumo y formas de producción, con otra modernidad que es cultural y equivale al grado de autonomía del pensamiento y la producción artística. Además de que me gusta hablar de modernidad política, que es distinta de las otras dos. Esta última, en la mayor parte del mundo occidental se ve como un momento transitorio. Así, se formulan nuevas modernidades, nuevas utopías. Creo que en México en los más recientes años se han generado varias de ellas.
ųComo antropólogo, Ƒcuál es su postura ante la preservación del patrimonio del país? Ciudades enteras son museos y sin embargo parece que algo falla porque no obstante esa riqueza nuestra vida de museo es pobre.
ųLos objetos tienen una vida diferente a las personas, incluso distinta a la de las intenciones de quien las creó. Como su existencia es más amplia y diversa, son piezas de museo. Una ciudad, como la de México, puede ser vista ya como un museo fantástico, es algo que está en la naturaleza de las cosas. Cuando en el libro pienso en los museos, considero que estamos ante la necesidad de renovar cierta parte de la infraestructura de los sitios. Por ejemplo, el Museo de Historia Natural está más o menos como cuando lo conocí de niño. Y ése, como otros, se encuentran así por falta de inversión y esto es un gran problema.
El dominio relativo de la antropología
''Acaso señalo esta nota de precaución: me parece malo que cada vez que uno vuelve a crear el pasado propio por medio de un museo, se aniquilen las visiones del pasado anteriores y se presente la de uno como la verdad científica. Creo que la ciencia en este campo debe tener una especie de dominio relativo. Es decir, podemos hacerle caso al entendimiento contemporáneo de nuestro pasado y darle tal vez un lugar primario, pero sería una pena aniquilar las visiones que ha habido del pasado en el pasado mismo."
ųQuizá, entonces, lo que es necesario reacondicionar es el concepto mismo de antropología.
ųPienso que sí, aunque desafortunadamente el concepto se ha tenido que reinventar en condiciones muy austeras. La antropología del siglo XX nació como un gran auge por su relación particular con el Estado revolucionario y con la reformulación del nacionalismo mexicano. Entonces, se habla de una edad de oro de la antropología en México. Pero esa idea tenía su contexto histórico que se agotó. Hay quienes dicen que se terminó en el 68 y tal vez tengan razón. Y posteriormente se reinventó como una antropología volcada más hacia el estudio de las clases sociales y continuó estando muy enmarcada por su nexo con los problemas nacionales. Esta segunda manera de entenderla también llegó a un agotamiento y creo que es hora en el país de formular una antropología que no esté tan determinada por una definición de los ''grandes problemas nacionales"; algo como eso le ha costado mucho a la antropología como disciplina porque con ello cierra sus horizontes. Dada la situación del país en el mundo ya no podemos darnos ese lujo.