Ugo Pipitone
Serbia y los límites de la ideología

La televisión muestra imágenes de serbios manifestándose en las calles de Belgrado con carteles que comparan la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con los nazis. Obviamente, cuando el propio territorio nacional es objeto de bombardeos aéreos no se está en las mejores condiciones de ecuanimidad de juicio. Pero es asombroso que juicios similares provengan de comentaristas que a muchos miles de kilómetros de distancia no están ųo no deberían estarų en condiciones psicológicas similares a las de la población de Belgrado. Es evidente que el espíritu anti-yankee están tan arraigado en la mente de algunos, que cualquier cosa que haga el gobierno de ese país merece las críticas más ásperas y las hipérboles más afiebradas.

Recordemos dónde estamos para redescubrir el peso obvio de la geografía en las opiniones de todos. Estamos en América Latina, lo que significa que cuando se piensa aquí en Estados Unidos, se piensa en una larga secuela de invasiones, golpes de Estado y apoyo sistemático a regímenes corruptos. Cosas, todas ellas, en que ese país tuvo manos y pies metidos a lo largo de décadas.

Algún día Estados Unidos tendrá que hacer las cuentas con su pasado hemisférico y tal vez las excusas, necesarias y sacrosantas, no serán suficientes. Pero, escapándonos de la fuerza gravitacional de la geografía, esto no tiene nada que ver con lo que está ocurriendo en Serbia en estos momentos.

En Europa está en marcha una tragedia que ha costado en los años noventa centenares de miles de muertos. Y en el centro de esta tragedia están una nación incapaz de vivir en paz con sus vecinos y un líder nacionalista sin escrúpulos: Serbia y Slobodan Milosevic. Y voy a dejar en paz a la historia para evitar generalizaciones demasiado fáciles sobre el comienzo y el final de este siglo. Pero la historia reciente no puede ser dejada en paz. Ha pasado una década de embargo occidental y de múltiples esfuerzos diplomáticos. Y bajo tierra están ahora más de 250 mil personas para testimoniar la inutilidad de los esfuerzos occidentales y las pusilanimidades europeas para detener una maquina de guerra aceitada, poderosa y alimentada por el fuego sacro de un racismo eslavo devastador.

ƑHasta dónde debían tolerarse los asesinatos, las torturas y las arrogancias de una Serbia, hechizada por Milosevic y embriagada por un nacionalismo colérico, incapaz de reconocer las razones de otros nacionalismos en ese tablero endiabladamente complicado de los Balcanes? ƑCuántos miles de muertos debían añadirse antes de que alguien dijera basta? ƑEs posible que a esa pequeña parte de la geografía balcánica que se llama Kosovo, habitada en 90 por ciento por una población de origen albanés, se le niegue el derecho a la autonomía para no molestar a una Serbia que ya sólo en la guerra parecería tener una razón de ser en estos años?

Ninguna acción militar puede ser saludada con placer. Pero después de años de limpiezas étnicas, torturas y asesinatos de inocentes de parte de un poderoso aparato de muerte de Estado, esperar más habría sido indecente. No hay nada que festejar observando las bombas americanas y europeas que buscan destruir el aparato militar de Milosevic. Nada que festejar porque ningún bombardeo es quirúrgicamente exacto. Pero convertir a las fuerzas de la OTAN en enemigos de la humanidad es expresión de rencores envejecidos que siguen cortando el mundo con un mellado y patético machete ideológico.

Lo peor del momento actual no es el bombardeo aliado contra el ejército serbio. Lo peor es que ese bombardeo probablemente no será suficiente para detener la maquinaria de exterminio serbia. Y ni hablar del nuevo ventarrón nacionalista que tal vez unirá aún más los serbios al símbolo concentrado de sus dispersas intolerancias: Slobodan Milosevic.

En el momento actual lo más sensato podría ser la propuesta del presidente designado de la Comisión Europea, Romano Prodi, de convocar una conferencia internacional sobre los Balcanes. La acción de la OTAN era inevitable pero seguir indefinidamente en una lógica de guerra podría crear una situación insostenible en el mediano plazo. Sólo quedan dos preguntas. ƑQué hacer, mientras tanto, con las ejecuciones sumarias que el ejército serbio, la policía y los paramilitares conducen contra la población kosovar?

Y la otra: ƑEs imaginable una conferencia internacional de paz sobre los Balcanes con la participación de Slobodan Milosevic? šQué mundo feliz tendríamos si hubiera respuestas ideológicas a estas preguntas! Por desgracia, las purezas absolutas son dominio exclusivo de las mentes sencillas.