Octavio Rodríguez Araujo
Conjunciones

Pocas veces se han dado al mismo tiempo tantos cuestionamientos a las políticas del régimen neoliberal y sus intentos de entregar el país a quienes dominan la economía mundial. Lo de las cuotas en la UNAM y la intención de privatizar la electricidad son dos ejemplos de la subordinación del gobierno al Banco Mundial. Sin embargo, el gobierno hace como que no oye y persiste en su proyecto, con la ayuda de los priístas sumisos y de los neopanistas convencidos del liberalismo de nuestros tiempos que, si se observa con cuidado, no es tan liberal como se pregona.

Es interesante notar que tanto los zapatistas y los trabajadores electricistas, como los perredistas y los estudiantes de la UNAM, recurren cada vez más a la solidaridad y a la participación de la sociedad en general para detener y desviar las políticas gubernamentales. Como si las instituciones hubieran perdido credibilidad o, de plano, se vieran como obstáculos para avanzar en la democratización y el desarrollo socioeconómico de México.

Los zapatistas, sabedores de que el gobierno no va a reconocer por las buenas los acuerdos de San Andrés que firmó, recurren a la sociedad para que ésta se exprese en una consulta nacional (e internacional) sobre el reconocimiento de los pueblos indios y en contra de la guerra de exterminio que el gobierno practica.

Cinco mil zapatistas, con enormes dificultades económicas y logísticas, se dirigen a todos los municipios del país para motivar la consulta. Cuentan con la gente común de la sociedad para hacerlo, y cuentan con la gente común y honesta para que le diga al gobierno, masivamente, que debe cumplir sus compromisos y que el deseo de paz digna y justa en Chiapas no es sólo del EZLN, sino de todo el país.

Los electricistas, por su lado, recurren cada vez más a la sociedad para que ésta le diga al gobierno que una industria estratégica para la soberanía de México ųcomo es también el caso de Pemexų no debe regresar a manos de la llamada iniciativa privada, cuyo único interés es la ganancia a costa del pueblo y al margen de las necesidades de éste.

Los estudiantes, a diferencia del movimiento de 1987, recurren ahora a grupos de trabajadores en busca de solidaridad y tratan de involucrar a amplios sectores de la sociedad, a los mismos que han sido víctimas del neoliberalismo, para defender la gratuidad de la educación pública.

El PRD, por boca de algunos de sus líderes, propone también la participación de la sociedad y de los partidos que de veras se consideren de oposición, para que en elecciones primarias se elija a un candidato de unidad que pueda derrotar al PRI, bajo el supuesto de que la sociedad ya no quiere al PRI en el gobierno ni al gobierno del PRI (o lo que queda de éste) determinando el futuro de México.

El gran problema para el PRD es el PAN, pues no parece sensato olvidar, a estas alturas, el papel que ha jugado, con los gobiernos de Salinas y de Zedillo, en la privatización de la banca, en las reformas al artículo 27 constitucional y recientemente en el asunto del Fobaproa, para sólo mencionar los ejemplos más elocuentes de la comunión de intereses neoliberales del PAN y de los gobiernos tecnocráticos en los últimos años.

Si bien la sociedad es desigual y heterogénea, y por lo mismo es incorrecto referirnos a ella como si fuera una comunidad ("estado de lo que es común"), no menos cierto es que a pesar de los diferentes intereses que tienen sus integrantes hay o debe haber mucha gente, millones, que bien informados y en libertad expresarían su rechazo al estado de cosas y a quienes los han hecho más pobres de lo que ya eran hace 20 años. De aquí se desprende la importancia de la consulta zapatista (que es también información), el movimiento de los electricistas (que es también información), el movimiento de los estudiantes (ídem) y el planteamiento de Cárdenas que, aunque no lo considero adecuado, emplaza al PAN a presentar un frente común contra el status quo o a definirse, una vez más, a favor de éste. Y esto es también información: el quién es quién a favor del neoliberalismo o en contra de éste.