``Operaciones de peinado'' del Ejército en Moisés Gandhi, denuncia ONG
Hermann Bellinghausen, enviado, municipio autónomo Che Guevara, Chis., 11 de febrero Ť El paisaje se eriza de púas en el crucero de Cuxuljá, camino a Moisés Gandhi, la cabecera municipal autónoma. En el campamento del Ejército allí instalado han crecido cercas de navajas en espiral a los dos lados del camino.
De este campamento, el pasado día 9 a las 11 de la mañana, salieron tres grupos de 50 soldados cada uno, que escalaron el cerro Luchubaltic, en el ejido Abasolo, en una ``operación de peinado'', según denunció ayer en Ocosingo, a pocos kilómetros de aquí, el Encuentro de Organizaciones Sociales por la Paz Digna.
Envuelto desde tres direcciones, el Luchubaltic fue escalado por las tropas federales rastreando. ``Los puntos de que partieron fueron: Sacbatul, por la entrada del pueblo de Tenango; otro por Echétic y el tercero por Abasolo, cerca de la comunidad de La Aurora'', dice el documento de las organizaciones reunidas en Ocosingo, donde se agrega:
``Posteriormente los 150 uniformados bajaron por la carretera Abasolo-Cuxuljá. Ahí quedaron 17 camiones de transporte de tropa y seis tanquetas se dirigieron rumbo a Altamirano''.
Este movimiento de tropas fue confirmado con versiones de campesinos en Abasolo, Tzajalá y Moisés Gandhi. Los federales, según todas las versiones, registraban las personas y pertenencias de campesinos que en esos momentos trabajaban el café y el maíz, a la vez que les interrogaban con severidad sobre yacimientos de agua y caminos.
Supuestamente, la operación fue una batida contra los asaltantes que frecuentemente, se dice, desvalijan a turistas en el tramo entre Abasolo y Tzajalá.
En Moisés Gandhi, donde apenas se erigieron las cosas del nuevo asentamiento campesino, una manta grande, rodeada por mujeres enrebozadas y hombres de faz angulosa, advierte: ``Los habitantes del municipio Che Guevara se prohibe (sic) el paso del Ejército federal y de provocadores que sólo vienen a matarnos. Los indígenas sólo queremos libertad y justicia''.
Moisés Gandhi es un pasaje posapocalíptico, de severa pobreza, que se ha obstinado en nacer de unas cuántas familias tzeltales y ahora resiste la militarización, con el campamento militar de Cuxuljá a un kilómetro de distancia.
Otra manta, a un lado de la tranca que cierra el paso al joven pueblo, tensada por cuatro lazos, deja leer: ``Fuera Ejército de las comunidades''. Una demanda demasiado frecuente.
Instala el Ejército fuerte retén en las afueras de Vicente Guerrero
Hermann Bellinghausen, enviado, Vicente Guerrero, Chis. Ť El Ejército federal instaló el día de ayer un fuerte retén en las afueras de Vicente Guerrero, en la cañada que va de Las Margaritas a San Quintín y pasa por La Realidad.
No tuvieron que moverse mucho los soldados. Simplemente bajaron la breve cuesta que separa su gran campamento del camino. Era la una de la tarde. Sembraron con presteza numerosos letreros negros que anunciaban alto total, la aplicación de la Ley Federal de Fuegos y Explosivos, puesto militar a 100 metros.
Apostaron dos carros artillados a la vera del camino, con vigilantes apuntando. Antes de cinco minutos ya revisaban a los pasajeros de los vehículos que iban y venían.
El puesto quedó a cargo de un capitán del Ejército y de una agente de Migración, veterana cachagringos en la zona de conflicto, en cercana colaboración con inteligencia militar desde enero de 1994 en Altamirano.
La noche anterior, las bases de apoyo zapatistas que debieron abandonar Vicente Guerrero el 9 de febrero de 1995, celebraron una fiesta y un acto político en el paraje donde están refugiados desde entonces. El resto de los habitantes de Vicente Guerrero, identificados como priístas, lleva tres años de coexistir con las tropas federales, en una cotidianidad alterada que los pone entre la espada y la pared (como ocurre con tantas comunidades rehenes de la ocupación militar), en un abusivo juego de lealtades.
Mientras el retén instalado por el Ejército federal en Guadalupe Tepeyac se ha vuelto intermitente, el control del acceso a la zona lo tiene el puesto del Instituto Nacional de Migración, que con funciones ampliadas opera en el ejido Zaragoza, cerca de Las Margaritas, con el apoyo de un destacamento de Seguridad Pública del estado.
El puesto militar de Guadalupe Tepeyac suele hacer una revisión tan concienzuda que vacía bolsas, revisa papeles y filma a las cosas y sus dueños, en cumplimiento quizás de un inciso no escrito de la ley federal, a cuyo cumplimiento se aplican.
El nerviosismo de las policías (incluida la militar) en los caminos que conducen a los Aguascalientes sube de temperatura cuando aparecen extranjeros. El ciudadano de por sí es sospechoso, más si resulta ciudadano de otro país. Pavor institucionalizado a la observación internacional, aderezado por campañas publicitarias de xenofobia en boca de funcionarios que quién los oyera.