AUTOPISTA
La imaginación de la
realidad
En el hit-parade de nuestros lugares comunes el indiscutible
triunfador del momento es: "En México la realidad supera a
la ficción." Es obvio que en el país de las aguas
frescas pasan cosas que no se le ocurren a los escritores. Si lo real
es que la policía contrate a una vidente para hallar un
cráneo en la finca del hermano del presidente, Ƒqué
puede hacer la invención? ƑHay alguien suficientemente
raro para imaginar a La Paca? Un rumor apocalíptico recorre las
aulas universitarias, los restoranes de La Condesa y los medios
informativos: "¡Los novelistas se han quedado sin
trabajo!" ƑDónde están los tigrillos de la
acción, dispuestos a competir con las intrincadas tramas del
Cártel del Golfo, dónde los iluminados capaces de
concebir a un personaje como el Señor de los Cielos, que
combina el carisma religioso con los negocios sucios y la
aviación civil?
Comparados con la abultada realidad, los novelistas parecen parcos
redactores de catálogos. Sin embargo, antes de proseguir el
argumento, conviene beber un poco de agua y preguntar:
Ƒqué idea del escritor prevalece en el país de la
revolución institucional?
La opinión pública, forjada en el rumor, las
telenovelas y los opinionistas de la prensa, supone que el arte de
fabular depende del exceso: una trama "imaginativa" ofrece
una superproducción de arbitrariedades; lo importante es lo
inesperado. Esta idea de la imaginación está calcada de
la realidad, donde las sorpresas ocurren sin que nadie venga a
justificarlas. Sin embargo, la literatura ve las cosas de otro
modo. En Aspectos de la novela, Forster observa que las tramas
literarias requieren de un sentido de la consecuencia. Si una reina
muere y luego muere el rey, estamos ante una anécdota. Si el
rey muere porque murió la reina, estamos ante una
historia. Un desenlace no es bueno por insólito sino porque,
siendo insólito, establece un vínculo significativo y
congruente con lo que pasó antes. Esto es lo que distingue a
los hermanos Karamasov de los hermanos Ruiz Massieu.
Para el escritor, las mejores tramas tienen una causalidad
imprevisible. Un poco antes de morir, Chejov anotó en su
cuaderno de apuntes: "Un hombre va al casino. Gana una
fortuna. Se pega un tiro." El secreto de esa historia consiste en
encontrar el vínculo entre el triunfo y el suicidio: el hombre
se mata porque ganó. La sorpresa no es que pase algo
extraño sino que eso tenga una lógica.
Pero no sólo la forma de contar aparta a los narradores de
las cosas que pasan ante sus ojos; también los temas narrativos
les merecen otra valoración. Los tornados, las decapitaciones y
las desgracias nacionales no son, en sí mismos, grandes temas
literarios. Por el contrario, las mejores tramas se resumen con
estremecedora sencillez. La Odisea es, a fin de cuentas, la
historia de un hombre que trata de volver a su casa.
Sin embargo, en una sociedad refractaria a la cultura de la letra,
el escritor suele ser visto como un tipo que dispone de una
imaginación frenética (se le ocurren historias
"buenísimas", es decir, dignas de Misterios de los
desconocido).
En los veinte años de Guerra de las galaxias conviene
recordar que las grandes novelas de la ciencia ficción no
cautivan por sus efectos especiales. El principal rasgo literario del
viajero del tiempo de H. G. Wells es el endeble talismán que
trae de los días futuros: una flor marchita. La literatura
depende más de estos detalles que de las novedosas
fechorías de una época.
De acuerdo con Mark Twain, la diferencia entre la realidad y la
ficción es que la realidad no necesita ser
verosímil. Los cataclismos suceden porque sí, sin
preocuparse de lucir auténticos. La vida real tiene una
imaginación abusiva.
La rica podredumbre de la sociedad mexicana no ha causado una sola
baja entre los escritores. Las historias perdurables que salgan de
esta época serán como las que se contaron en las
primeras playas o como la epopeya de Solaris: en el espacio
exterior, a miles de años luz de la civilización que lo
envió a ese planeta, un hombre se cura de la soledad
acariciando un objeto inútil y entrañable: la llave de
su casa.
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CONFIGURACIONES
Hugo Hiriart
La cárcel del
presente
ƑCuáles de las cosas que suceden en una semana van a
tener interés dentro de diez años? ƑPuede
entenderse el presente desde el presente? ƑPodemos decirle al
momento: deténte, eres extraño? ƑQué, del
México de nuestros días, se juzgará en lo futuro
curioso, llamativo, singular?
No sabemos nada. Es imposible ver al mismo tiempo de lejos y de
cerca. El juicio sobre el momento no puede escapar al momento, no hay
desde dónde mirarlo, no hay espectáculo qué ver y
juzgar. El material perecedero transportado por el presente nos tiene
presos.
Pero hay que intentarlo, porque la limitación es grande. El
presente hace su aparición bajo el disfraz de lo natural, lo
obvio, lo necesario y, peor que eso, de lo perdurable. Pero el
presente no es nada de eso. Lo que ahora está sucediendo es un
acertijo que se va tejiendo misteriosamente ante nosotros con nuestros
propios deseos, recursos y acciones.
Pero Ƒcómo podemos decir que el presente se exhibe ante
nosotros como un misterio? ƑNo hay ahora más
información que nunca? Sí, es una carga pesada, a veces
hartante, pero de información muy peculiar. Porque la
información diaria que recibimos se articula, como las
películas de suspenso, hacia el futuro inmediato, el
Ƒqué va a suceder?, Ƒcómo se va a resolver? Es
decir, es información sólo excitante del apetito de
más información también articulada en el
suspenso. No es información, digamos, reflexiva. Nunca se sacan
conclusiones, los asuntos, cuando ya no pueden ofrecer suspenso,
meramente se abandonan.
Es decir, nos alimentamos de pequeños augurios. Nuestro
interés no es hacia las cosas, sino hacia el cumplimiento de
nuestros modestos augurios nacidos de la más primitiva de las
curiosidades: Ƒa dónde va ir a dar todo esto? La
información así practicada es una droga que excita, pero
no alimenta, sus calorías son vacías.
No estoy pidiendo información más sesuda que indague
en las causas o relaciones unos sucesos con otros o que trace
analogías históricas, no estoy pidiendo todavía
nada, simplemente estoy describiendo cómo vivimos enajenados en
un presente poblado de sombras irreales.
Porque, por ejemplo, Ƒqué plazo das para que empiecen a
componerse las cosas en México? ƑSeis años? Es
ridículo pensarlo, se trata de plazos muy largos. Pero la
concentración del interés en tiempos
microscópicos nos cierra el camino para apreciar el trazo
general. Sin embargo, es lo microscópico, que aporta poca
comprensión, lo que nos atrae y divierte. El presente nos tiene
hechizados.
Sería interesante leer un estudio que principiara diciendo:
"en aquellos lejanos tiempos de 1997, en medio de las
extrañas prácticas políticas, económicas y
sociales que entonces se padecían, es singular que los
mexicanos no hayan podido ver que..." ƑQué es lo que
según nuestro hipotético historiador futuro no pudimos
ver? Ese es el tipo de pregunta que me gustaría ver respondida,
pregunta que corresponde a un pensamiento que no magnifica el presente
ni se deja capturar por él. Un pensamiento más libre e
imaginativo, y menos estrecho y ratonero.
Este fantasiado historiador futuro se parece un poco a ese viajero
curioso (en los dos sentidos del término) que Montesquieu hizo
aparecer en la Francia del siglo XVIII y que redactó unas
Cartas Persas. Ambos corresponden a intentos de ver desde
lejos, uno en el espacio, otro en el tiempo, de eludir el desgaste y
la contaminación que trae lo inmediato, las expectativas del
suspenso artificial de la información masiva de ahora. Tal vez
sea un intento desesperado, imposible. Bien sabemos que ningún
romano habría podido escribir un libro como el que Carcopino
compuso brillantemente sobre la vida cotidiana en la Roma
Imperial. Pero hoy como nunca estamos urgidos de pensamiento
abarcador, audaz, fresco y desenajenante. Aunque nada sea más
difícil que enfocar lo consabido, lo inmediato y familiar.
Pasada la Revolución francesa, le preguntaron a Sieyes:
ųY tú, Ƒqué hiciste durante el Gran Terror?
ųƑYo? Sobrevivir.
Está bien, pero hubiera sido más completo que,
además de sobrevivir, hubiera intentado dejar una
construcción personal y provisional de por qué fueron
así esos tiempos de fervor destructivo. No lo hizo, estaba muy
ocupado. Siempre estamos muy ocupados con lo que va a suceder
mañana. Hay que sobrevivir. Pero hay que comprender, porque,
como explicó el maestro Sócrates, sin intentar la
comprensión de las cosas, Ƒpara qué sobrevivir?

Naief Yehya
LA BIBLIOTECA GLOBAL
Orden o anarquía
"En la actualidad, no existe un obstáculo
práctico de ningún tipo para la creación de un
índice eficiente de todo el conocimiento humano, ideas y
logros; para la creación de una memoria planetaria de toda la
humanidad", escribió H.G. Wells en 1937, inspirado por la
tecnología del microfilm. Sesenta años más tarde,
tenemos a la mano otra tecnología de comunicación
versátil y poderosa que ofrece la posibilidad de crear un
verdadero índice útil del conjunto de la cultura humana:
Internet. No obstante, hoy como entonces sigue existiendo una variedad
de obstáculos técnicos, políticos y
económicos para formar un medio de almacenamiento,
clasificación, búsqueda y su respectivo índice,
de la información existente sobre la totalidad de las
cosas. Pero quizás el principal problema que implica ordenar la
red es que de esa manera se destruiría la seducción
anárquica, la fascinación del azar y el carácter
impredecible de la red. Una de las riquezas de la red radica
precisamente en que se comporta de manera distinta a cualquier otro
medio.
Metadatos o interfases mejorados
Un método práctico para poder ordenar los documentos
y materiales que habitan el ciberespacio, sería añadir
información destinada específicamente a su
clasificación que pudiera ser leída simplemente por un
programa ordenador. Esta información, conocida como
metadata, podría ser: autor, título, tipo de
documento (texto, gráfica, audio, video), fecha y tema, entre
otros. Pero dado que cualquier intento de ordenar la red parece un
trabajo imposible, la otra opción es crear interfases de
búsqueda, consulta y visualización más poderosos
que los actuales. Por ejemplo, en vez de utilizar programas de
búsqueda que usen únicamente texto, se podría
recurrir al reconocimiento de patrones, gráficas y colores,
así como a la ilusión de profundidad en la pantalla.
Los beneficios de los bits
Una verdadera ciberbiblioteca podría transformar por
completo nuestra relación con los libros y terminaría
por extinguir a las bibliotecas físicas. De acuerdo con Michael
Lesk ("Going Digital", publicado en Scientific
American, marzo de 1997), los tres principales beneficios de una
biblioteca virtual serían: 1) ofrecer a todo el público
la consulta de ejemplares raros, delicados y preciosos. Así,
libros que actualmente sólo son accesibles a especialistas e
investigadores podrían ser vistos y admirados en versiones
electrónicas con una gran calidad de reproducción. 2) La
misma versión digital de un libro podría ser consultada
por mucha gente al mismo tiempo, con lo que se terminaría el
problema de que los libros han sido prestados, robados o mutilados. No
habría que viajar para conseguir un libro y los empleados no
tendrían que pasar horas reacomodándolos.
3) Una de las principales limitantes de una biblioteca es el
espacio. Una biblioteca virtual con millones de obras podría
caber en un cajón.
Problemas de la biblioteca digital
1) Puede adivinarse que uno de los más grandes problemas de
una biblioteca cibernética sería que una inmensa parte
del saber humano no se encuentra aún en forma digital, por lo
que tendría que ser capturado, ya sea manualmente o
escaneado (con un programa de reconocimiento de caracteres u
OCR). Ésta es una tarea de proporciones gigantescas que,
además, implica un costo bastante alto. Lesk escribe que
probablemente para el año 2000 la mitad de los materiales
usados en la mayoríade las bibliotecas será digital. 2)
Todo lo que se convierte en bits puede ser copiado, y por
supuesto esto causa problemas con las leyes de los derechos de
autor. 3) Los libros estarán seguros en bóvedas mientras
se consultan sus versiones electrónicas, pero existe la
posibilidad de que haya hackers que se dediquen a sabotear,
alterar o desaparecer documentos u obras literarias. 4) Otro problema
será el de la obsolescencia tecnológica. Una vez que los
bibliotecarios opten por la digitalización, es de esperar que
se vean forzados a cambiar periódicamente a sus colecciones de
formato, de versión de programa y de dispositivos de
almacenamiento. Esto, en general, no será muy difícil
pero sí puede ser caro y obligará a las bibliotecas a
entrar en la carrera de las tecnologías desechables.
El Archivo de Internet
Mientras muchos tratan de convertir a Internet en una especie de
biblioteca, Brewster Kahle se dedica a desarrollar lo que ha
denominado el Archivo de Internet, que es una especie de
fotografía de todas las partes del Web (el programa es
un crawler que va recorriendo y bajando página por
página). De esta manera, crea un archivo de dos
terabytes de datos, que incluye documentos de todo tipo. Esta
información no sólo será clasificada
escrupulosamente, como una biblioteca, sino que resultará un
valioso testimonio de una cultura que corre el riesgo de esfumarse sin
dejar huella (decenas de páginas, foros y listas desaparecen
diariamente). Kahle espera actualizar bimestralmente la
información recabada. La colección de datos nunca
será completa, ya que muchos materiales están protegidos
por sus autores, pero al almacenar el contenido público de
Internet, este Archivo será una memoria útil para
escribir la historia de la red.
¤ Naief Yehya ¤
76253.154@compuserve.com
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