La Jornada Semanal, 2 de marzo de 1997
Las librerías guardan al erotismo ųtanto al
literario como al gráficoų bajo llave. No es
cuestión de tabúes, lo que sucede es que el verdadero
erotismo es raro. Para ser un escritor o un pintor erótico se
requiere de una singular combinación de originalidad y oficio,
sin los cuales las miles de obras que se centranen el sexo caen en la
pornografía, siempre al alcance de la mano.
Un trabajo en colaboración como el que Nissen y Fuentes emprenden aquí es único. Ciertas afinidades fundamentales lo hacen posible. Nissen es un dibujante exuberante, cuyo trazo salta con tremenda inspiración al servicio del humor. El dibujo erótico, él dice, debe tener un humor fundamental, de lo contrario deviene mórbido. En ese sentido, Fuentes es equiparable con Nissen porque en innumerables obras ha demostrado la irreprensible voluntad de desenmascarar a los profesores, de escarbar en el lenguaje buscando sus ambigüedades más brillantes, aquellas en las que siempre descansa el humor. Los juegos de palabras, tanto visuales como gráficos son siempre los portadores secretos de la analogía, que es, como Fuentes nos dice aquí, un lado de la nostalgia del artista, cuyo reverso es la tentación de la diversidad. Estos dos artistas han conocido y han sabido mantener en balance estas dos caras.
Los dibujos eróticos de Nissen tienen lugar en una especie de teatro o circo en el que sus jaspeadas bases sugieren antigüedad. Traviejasuras. Nissen, maestro del dibujo a línea, sabe que debe estar seguro del gesto, como en el buen teatro. En el dibujo erótico el reto consiste en hacer al gesto reconocible ųes decir, sugestivoų y, a la vez, nuevo. Nissen se enfrenta al reto con líneas que, en su magnífica tensión, sugieren incisivamente las tensiones de la carne, y, al mismo tiempo, delinean el no-lugar de la fantasía, en imágenes tentadas a divertirse con ellas mismas.
Dore Ashton
Los acomplamientos de imágenes de Brian Nissen son un
gigantesco calambur erótico, una vasta red de alusiones en la
cual múltiples significados del cuerpo y el lenguaje, de la
quietud y el cambio, se reúnen atados por el nudo de la
descripción sexual, solo para observar cómo cada nudo se
desata en el instante en que se ata, liberando sin cesar ulteriores
significados: una constelación de imágenes.
Carlos Fuentes
Hasta antes de leer el Voluptuario de Brian Nissen y
Carlos Fuentes, pensaba que sólo en la buena comida y en los
sueños la imagen y la palabra mezclaban sus secretos y los
aglutinaban en una carcajada de armonía y erotismo. Pero estaba
en un error. Nunca me había carcajeado tanto en mi vida. La
lúdica unión que estos grandes artistas logran entre la
buena literatura y la buena pintura, con un excelente e irreverente
sentido de humor, es única y altamente recomendable para
alimentar el espíritu.
Laura Esquivel