AUTOPISTA
Donoso Pareja
En los remotos años setenta, el escritor ecuatoriano Miguel
Donoso Pareja sustituyó a Augusto Monterroso en el Taller de
Cuento de la revista Punto de Partida, que se reunía los
miércoles en la noche, en el piso 10 de la Torre de
Rectoría. Donoso llegó precedido de una fama más
propia de un personaje literario que de un escritor; su destino
incluía cuatro encarnaciones de la aventura: el marino, el
guerrillero, el militante radical y el exiliado. Su aspecto
físico reforzaba los atributos del hombre de acción: la
piel curtida por vientos polares y mosquitos de Malasia, el
mechón de pelo en la barbilla que empujaba afanosamente hasta
dejarlo en forma de cuerno, la corpulencia, algo descuidada, del
bebedor atlético. Quienes teníamos quince años le
atribuimos los trágicos desembarcos de un capitán de
Conrad y los trofeos de caza mayor de un protagonista de Hemingway.
Aunque Donoso hablaba con irónico escepticismo de su agitada
biografía, los alumnos, dispuestos a cualquier confusión
que alimentara nuestras salvajes fantasías, lo vimos como un
héroe necesario. En aquel tiempo no conocíamos
más escritores que los compañeros de preparatoria que
juraban haber consumado 400 cuartillas sobre la vida clandestina, y
sin embargo sumamente erótica, de un maoísta
ejemplar. De cualquier forma, estábamos seguros de que
ningún otro autor publicado era como Donoso Pareja; bastaba
verlo en el elevador rumbo al piso 10, con sus lecturas del momento
el periódico deportivo Esto y El libro de
arena, de Borges para confirmar que se trataba de un caso
único en la cultura, capaz de hablar con idéntica
pericia de nuestros precarios manuscritos que de Italo
Estupiñán, el delantero ecuatoriano que inventaba
golazos en la Bombonera de Toluca. Los muchos saberes del
maestro nos hicieron pasar sin trabas de la clase a la
idolatría. Aunque él se oponía a que lo
tratáramos como a un líder carismático, de sobra
está decir que su modestia y su severa autocrítica de
sus arrebatos de juventud, sólo contribuyeron a perfeccionar la
leyenda colectiva que le atribuíamos.
En su faceta de novelista, Donoso Pareja era visto entonces como un
autor de minorías; los arriesgados juegos formales de Henry
Black y Día tras día representaban una
vigorosa defensa de lo que hoy llamaríamos "literatura
difícil". Sin embargo, al frente del taller nunca impuso
un estilo definido; su impagable magisterio fue una invitación
al riesgo. Su temperamento irónico, que alternaba el
desafío con la protección, nos llevó a una
paradoja decisiva: lo único que podía rescatarnos de
nosotros mismos era una voz propia. Acaso el misterio superior de la
escritura sea el aprendizaje de la autenticidad; en torno a esta idea
giraba el taller de Donoso. "La literatura es un don, pero
también una dificultad adquirida", repetía una y
otra vez.
El éxito de su taller en la UNAM, y su generosa
disposición a creer en el talento ajeno, lo llevaron a ocuparse
de talleres en San Luis Potosí, Aguascalientes, Puebla y
Zacatecas. Donoso vivió así la más heroica de sus
encarnaciones; era capaz de viajar ocho horas en un destartalado
autobús para leer los cuentos y los poemas de los principiantes
del altiplano y el desierto. En pobrísimas cantinas de
provincia le pedimos consejos sobre nuestras múltiples pasiones
frustradas; en su honor, hay que decir que se negó a valerse
del omnímodo poder que le conferíamos: guardó un
prudente silencio respecto a las novias con las que debíamos
casarnos y los partidos en los que debíamos militar. "Tus
alumnos te quieren demasiado", le dijo un colega en cierta
ocasión. Donoso sabía que esto era cierto y se puso a
salvo de la idolatría corriéndonos de su taller.
A propósito de otro notable guía de escritores,
escribe Jaime Gil de Biedma: "Pound poseía el don raro y
generosísimo que un escritor más agradece en otro: el
don de interesarse por el trabajo de los demás, en un
empeño apasionado y desinteresado de que sus obras sean todo lo
buenas que él cree que pueden ser. Parece como si hubiera
existido en él un caudal sobrante de energía creadora y
de inteligencia crítica que no alcanzaba a incorporar en sus
obras [...] y que ponía incondicionalmente al servicio de los
demás." Éstos son, sin pérdida ni matiz, los
atributos de Miguel Donoso Pareja.
La sana determinación pedagógica que lo llevó
a echarnos de su taller, también fue una cátedra de
orfandad; durante mucho tiempo fuimos incapaces de leer un texto sin
intuir la tijera salvadora del maestro.
A 25 años de distancia, su taller entrega otra clase de
privilegios; Donoso Pareja representa el pasado en el que nada se
había decidido y es custodio de nuestras primeras
revelaciones. Nadie, antes que él, nos tomó en
serio. Como todo gran maestro, significa una oportunidad de
regreso, un tiempo anterior, de barajas intactas y apuestas no
jugadas. "El genio escribe Baudelaire es la infancia
recuperada a voluntad." Escribir es, en buena medida, un anhelo
de volver a los deslumbramientos primigenios, es decir, al
miércoles en la noche y al piso 10, donde los asombros son
posibles.
Después de más de una década en México,
Donoso Pareja regresó a Guayaquil. Desde ahí, sigue los
partidos del Necaxa, donde juega su paisano Alex Aguinaga, y acaso se
lamenta de que entre los géneros cultivados en su taller no se
incluyera el de las cartas. Sus alumnos hemos fallado como
corresponsales, pero hoy el correo es innecesario. Miguel Donoso
Pareja está entre nosotros. Viene a la Feria Internacional del
Libro de Guadalajara y a otra reunión de miércoles por
la noche con quienes nunca dejaremos de ser sus
alumnos. Bienvenido, maestro!
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CONFIGURACIONES
Hugo Hiriart
La Inquisición y el mundo
actual
Hay realidades históricas que no vemos por estar enfrente de
nosotros. El descubrimiento historiográfico del que voy a
hablar es de esos que te hacen decir "pero, claro, por
qué no lo pensé?" Se trata del origen de un tipo de
institución que ha contribuido como pocas a la ruina actual del
mundo. Figura en un libro inesperado que compré de casualidad
en París.
En la tarde regresaba a México, pero antes quería
comprar un libro. Un librero anticuario me había dicho
dónde podía adquirirlo: Éditions Allia, 16 rue
Charlemagne, París IV. El librero sabía lo que
decía: hacía años redactaba la biografía
de Marcel Schwob, autor del libro que andaba buscando.
Son mexicanos, verdad? preguntó el librero
en su mínimo y típico local, vienen a preguntar
por Schwob. Es extraño. Aquí a nadie le
importa. Por qué tanto interés?
Le hablé de Juan José Arreola. Nada como Arreola
leyendo en voz alta algún pasaje de Vidas
imaginarias. Y de Borges que lo imitó y tradujo al
español. De ahí el mexicanos al grito de Schwob.
Acompañado de Ximena, mi hija, buscaba la
editorial. Tardamos en encontrarla. Quedaba en uno de esos patios
interiores sacados sin retoque de una novela de Balzac. Entré y
caí en ese frenesí que me ataca donde hay libros.
Hugo, tu avión me recordaba Xime. Dichosa ella
que se quedaba en París.
Entonces vi el librito, un volumen delgado y elegante de poco
más de setenta páginas con pastas verde oscuro. Del
autor Isidoro La Lumia, no había oído ni el nombre. El
libro se llamaba Historia de la expulsión de los
judíos de Sicilia. Abrí el libro al azar, leí
media página y decidí comprarlo. Lo leí en el
avión.
Isidoro La Lumia (1823-1879) es uno de esos historiadores
provincianos que se ocupan de un pedacito perdido de historia, pero de
eso lo saben todo. Ése es el género. La diferencia
específica de La Lumia es que no se pierde en detalles, sabe ir
al grano, captar la esencia y encontrar cosas como las que vamos a
ver.
Lo primero, y menos importante, es que la expulsión de los
judíos de Sicilia fue "una obra maestra de política
económica digna de la admiración de Maquiavelo". La
instrumentó nada menos que Alejandro VI, el papa Borgia, y
consistió simplemente en alentar la expulsión de los
judíos de Sicilia para atraerlos a los Estados papales y
beneficiarse con su presencia. Borgia quería que los
judíos vivieran y trabajaran con él, los hizo expulsar
de donde estaban y los cooptó en masa. Maquiavelo escribe que
la expulsión de los judíos por Fernando e Isabel es una
de las mayores idioteces políticas que príncipe alguno
pudo haber cometido jamás.
Segundo punto. La Inquisición, que había existido en
Sicilia desde el siglo XII, se había ido haciendo inactiva. Sus
funciones se redujeron prácticamente a extorsionar
judíos. Hacia 1577 la horrenda institución se
había hecho enorme: el número de sus
"familiares" había ascendido a 25 mil, en el que,
según testimonio de la época, figuraban "todos los
nobles, todos los ricos y todos los criminales". Después
de la expulsión de los judíos, como es natural, se fue
enrareciendo: pasó del terreno político-religioso al
simple político-económico. Se trataba, ya sin disfraz,
de ganar dinero. Y no cambió de métodos, sino de
víctimas. Secuestraba, extorsionaba, asesinaba. Era un Estado
dentro de un Estado.
En 1782, la Inquisición fue suprimida oficialmente. Pero la
enorme institución se negó a morir: había probado
su eficacia y no desapareció, simplemente se
transformó. En qué? No lo adivinas? Se
transformó en la famosa Mafia siciliana.
Todo ese aparato de conciliábulo de juramentados, de
secreto, de total falta de escrúpulos que vemos en El
padrino y otras películas, viene directamente de la
Inquisición. Dinámica, eficaz, empresarial, exportadora,
globalizada, con mala prensa pero buenas relaciones públicas,
neoliberal, la vieja y temida organización ha proliferado por
todas partes en nuestro fin de siglo. Es flexible, cobra distintas
modalidades en Rusia o en nuestros cárteles o en la Cosa
Nostra, pero en esencia es la misma pauta: Inquisición
laica.
Frente a la luminosa Declaración Universal de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano, la vieja serpiente inquisitorial no
murió, sólo se escondió, como acostumbra, y
cambió de piel. Tal vez son las dos caras de la moneda humana:
la frenética, oculta y pesimista, y la racional, clara y
progresista. Y tal vez nuestro destino sea que están siempre
frente a frente sin que ninguna pueda quedar al fin enteramente
victoriosa.

Naief Yehya
EL CIBERMITO DE LA PORNOGRAFÍA EN LÍNEA
El megaburdel virtual
El 25 de junio de 1995, apareció en la portada de la revista
Time el rostro azorado de un niño que era iluminado por
el resplandor de un monitor. Se trataba del histórico
número dedicado a la ciberpornografía, cuyo
artículo principal, escrito por Philip Elmer DeWitt, reportaba
los sensacionales hallazgos de una investigación sobre
pornografía en línea realizada por Martin Ritt, al mando
de un equipo de la Universidad Carnegie Mellon. Este artículo
no inventó por sí mismo la paranoia de la porno en la
red pero fue el responsable de una oleada de reacciones a favor de la
censura (incluyendo la ley estadunidense de la Decencia en las
comunicaciones), ayudó a los fabricantes de software
"protectivo" a vender cientos de miles de programas para que
los padres salvaran a sus hijos de la porno en línea, y
además, popularizó la idea de que la red es un gran
burdel virtual donde todo se vale. El estudio es un ejemplo de
ciencia-chatarra que, en el mejor de los casos, utiliza una
metodología defectuosa, y en el peor, es un trabajo fraudulento
preparado por la ultraderecha cristiana o alguna organización
censora.
Perversión sexual o perversión científica?
El artículo señalaba que Ritt y sus chicos
habían encontrado 917,410 imágenes, descripciones,
relatos y películas sexualmente explícitas, y que en los
grupos de Usenet donde pueden utilizarse imágenes, el 83.5% de
ellas eran pornográficas. Por si esto fuera poco, DeWitt
apuntaba que lo que había en Internet no eran sólo fotos
digitalizadas de mujeres desnudas sino imágenes mucho
más perversas de pedofilia, bestialismo, sadomasoquismo,
coprofilia, homosexualidad y demás. Nunca se especificaba que
estos menús estaban en tableros electrónicos
pornográficos (BBS o bulletin board services) altamente
especializados en fantasías eróticas particulares, no en
BBS normales, ni en grupos de Usenet convencionales, ni en servicios
comerciales. También se omitía el pequeño detalle
de que los investigadores no vieron jamás las 917,410
imágenes, sino que basaron su estudio en las descripciones que
aparecen en los listados de los BBS pornográficos; por lo
tanto, jamás comprobaron que el contenido mencionado existiera,
correspondiera con la descripción, o que no se repitiera (como
sucede muy a menudo). De hecho, oculto entre el amarillismo, DeWitt
filtra el inocente dato de que un estudio exhaustivo demostró
que tan sólo el 3% de la información que fluye por
Internet tiene que ver con sexo.
Salven a los niños y a las mujeres
La denuncia e intento de censura de Internet ha tomado una cara
conocida: la defensa de los niños, la protección a los
jóvenes cibernautas de las imágenes perversas y de los
ciberpedófilos. No por nada la portada de Time mostraba
a un niño, y en una de las mañosas imágenes que
acompañaban al artículo se presentaba una computadora
con una paleta en la pantalla. No obstante, hace poco una corriente de
feministas también ha comenzado a militar activamente en pro de
la censura, argumentando que en muchas oficinas hay hombres que bajan
imágenes sexuales con las que hostigan a sus compañeras
de trabajo.
Cinco puntos realistas
1) Ninguna estrategia (aparte de la lobotomía) podrá
disuadir la curiosidad infantil; 2) las posibilidades de dar
accidentalmente con imágenes pornográficas es muy remota
(más o menos igual a las de ver un ovni en el Zócalo);
3) para un adolescente la excitación de bajar fotos de mujeres
encueradas de la red se debe más al carácter prohibido
de hacerlo que a las imágenes en sí mismas; 4) es cierto
que Internet ofrece un acceso doméstico a la porno, pero la
mayoría de los servicios de este tipo se cobra por medio de
tarjetas de crédito, que los menores en general no poseen, o
que tendrían que robar a sus padres; 5) la calidad de las
imágenes no es ni remotamente comparable con la de una revista
impresa, y la lentitud de muchos de estos servicios hace perder la
calentura hasta al más prendido.
Una confesión personal
Ahora bien, quien esto escribe no necesita de investigaciones
multimillonarias de la Carnegie Mellon para tener una idea bastante
precisa de lo que es la pornografía en línea. Tras
muchas horas de surfear por los rincones de las obscenidades en
línea, podemos concluir que la primera certeza del cazador de
ciberporno es que hay una gran cantidad de opciones (quizás
más de 900 mil) que se resumen en mucho tiempo perdido y muy
poca piel humana digitalizada. Muchas direcciones exigen tarjetas de
crédito, otras simplemente llevan a callejones sin salida y la
mayoría de las imágenes tardan tanto en ser bajadas que
uno suele interrumpir el proceso antes de ver un atisbo de cuerpo
humano, animal, vegetal o inorgánico en una pose sexual. La
variedad de material sexual es de mejor calidad, infinitamente
más abundante, accesible y barata en cualquier puesto de videos
piratas que en Internet (y ahí nadie exige que los clientes
sean mayores de edad).
¤ Naief Yehya ¤
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