AUTOPISTA

Galería de John
Berger
La diferencia
Comoquiera que se la encuentre, la belleza es siempre una
excepción. Existe a pesar de. Esto es lo que nos
conmueve en ella.
"El pájaro blanco", 1985.
Durero
Durero jamás habría adquirido ese sentido de la
independencia y la iniciativa de no haber ido a Italia.
Paradójicamente, fue más independiente que cualquier
artista italiano porque era un outsider sin tradición
moderna (la tradición alemana perteneció al pasado hasta
que él la transformó). Durero fue el primer vanguardista
solitario.
"Durero: un retrato del artista", 1971.
El opuesto amoroso
Con las personas que no amamos, tenemos demasiadas cosas en
común para llegar al amor. La pasión sólo existe
para lo opuesto. No hay compañerismo en la pasión.
"Una noche en Estrasburgo", 1974.
El Danubio
Si uno ha de servirse de la engañosa metáfora del
río para describir la naturaleza del tiempo, ésta es la
clase de río que uno debe tener en mente. Tiene peso, y este
peso es un recordatorio de la masa terrestre a la que pertenece cada
una de sus riberas. Un río que, en última instancia, no
celebra el agua sino la tierra.
"En las riberas de Sava", 1972.
El urbanismo y sus metáforas
Manhattan es un concepto. También existe.
De lujo y paranoia
El palacio de Topkapi albergaba lujos y caprichos a un grado tal
que éstos se filtraron a los sueños de Occidente. Sin
embargo, como puede verse hoy, no era sino un laberíntico
monumento a la paranoia de una dinastía.
Los poderes ocultos
El trabajo productivo y el ejercicio real del poder se han
convertido en actividades ocultas, ajenas al público. La
línea de ensamblaje de la industria es, en este sentido, tan
privada como el teléfono del Presidente.
"El teatro de la indiferencia", 1975.
Las dos Majas
Por qué estas dos pinturas parecen sorprendentemente
modernas? Si asumimos que el pintor y la modelo eran amantes, damos
por sentado que ella accedió a posar para los dos cuadros. Sin
embargo, su fuerza, como ahora lo vemos, depende del escaso
desarrollo entre las dos versiones. La única diferencia es que
ella está desnuda. Esto debería cambiarlo todo, pero en
rigor sólo cambia nuestra manera de verla. Ella tiene la misma
expresión, la misma pose, la misma distancia. Todos los grandes
desnudos del pasado invitan a compartir su edad dorada; se han
desnudado para seducirnos y transformarnos. La Maja está
desnuda de un modo indiferente, como si no advirtiera que es
observada, como si fuese espiada en secreto por una cerradura. O,
mejor dicho, como si ignorara que sus ropas se han vuelto
"invisibles".
En esto, como en muchas otras cosas, Goya fue profético. Se
trata del primer artista que pinta un desnudo como algo ajeno, que
separa el sexo de la intimidad, que sustituye una estética del
sexo por una energía del sexo. La condición de la
energía es romper ataduras, y la función de la
estética, construirlas.
"Goya: La Maja, vestida y desnuda", 1969.
El origen de la imagen
La imagen, a no ser que se use como máscara o disfraz, es
siempre el comentario de una ausencia. La representación
comenta la ausencia de lo que es representado. Las imágenes
basadas en apariencias siempre hablan de una
desaparición.
"La pintura y el tiempo", 1979.
El interminable telar de lo real
La producción de la realidad nunca ha terminado, su
resultado nunca ha sido definitivo. Simpre hay algo en la balanza.
La realidad siempre está necesitada. Incluso de
nosotros, por condenados y marginados que seamos. Por esto, lo que
Leopardi llamaba "intensidad" y Schopenhauer
"voluntad" es parte del acto continuo de la creación,
parte de la interminable producción de sentido ante la
"nulidad de las cosas".
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CONFIGURACIONES
Hugo Hiriart
Levemente dislocado
Me gusta lo levemente dislocado. Por ejemplo, el comentario de Beau
Brummell después de un accidente: "Lástima, era mi
pierna favorita."
Hay algo fuera de foco en esta predilección, un toque
extraño, levemente perturbador. Mucha gente prefiere un lado de
su cara al otro porque le parece más armonioso o mejor hecho,
pero una pierna? Y, sin embargo, por qué no? Y en
este por qué no? aparece la levedad del asunto, eso que
los teólogos morales llamaban "parvedad de materia",
la pequeñez del asunto, el "no vamos a hacer un
escándalo por eso, verdad?".
Piensa en un niño con monóculo, no es especialmente
elegante, pero tiene levantada la ceja y te mira inquisitivamente por
el solitario anteojo. Su madre explica: "Prefiere eso a los
lentes normales, qué le vamos a hacer."
Y tú te sientes incómodo. Si preguntas qué
otras cosas raras hace o usa el niño, te dicen: "No, nada,
sólo eso sonríe la señora,
qué le parece?"
Y otra vez la pequeñez del asunto derrota tu investigación.
Supongamos que un abogado te dice en una cena: "Yo todas las
películas las veo dos veces. En la primera, me ambiento; en la
segunda, la entiendo."
No te entrarían ganas de discutir con él?,
decirle: "No hay que ambientarse, la emoción de no saber
qué va a suceder es parte de entender una
película."
"No en mi caso", te contesta. Te quedas insatisfecho.
Qué es eso de ambientarse? El abogado te logró
inquietar, perturbó tu idea de lo que es ver una
película. Tal vez nunca pensaste que hubiera diferentes modos
de ser espectador de cine, como no reparabas en las predilecciones de
simetría de Brummell.
"No era una mujer ni refinada ni vulgar, sino la clase de
mujer que tendría un perico en su casa", describe Mark
Twain. Ahora, qué pasa si la mujer no tiene un perico,
sino dos? Nada. Y tres pericos? Bordea el límite. Cuatro
ya empieza a ser rareza. Cinco, ocho, diez, ya es levemente
perturbador. Cuál puede ser el límite donde
empieza la rareza? Fernando González Gortázar
naturalista, arquitecto y escultor me confesó un
día que en su casa tenía 42 monos. Es eso
levemente dislocado o ya cae en la palmaria excentricidad? Pienso que
en los 42 monos no hay parvedad de materia, sino una verdadera empresa
zoológica digna de un personaje del Renacimiento Italiano como
González Gortázar.
Levedad desarticulante es que un editor de sonido gire dos veces
sobre sí mismo antes de entrar por las mañanas a su
lugar de trabajo. Pero no lo es que un taxista se persigne al cobrar
su primera dejada. En la primera práctica hay misterio que
descifrar, en la segunda sólo práctica común. Si
alguien nos dice: "Voy a poner en la ventana esa especie de
celosía que sube y baja y se llama persiana", tenemos
desarticulación. En general, aparece cuando se nos supone una
ignorancia que es obvio que no tenemos.
"Padece esa enfermedad virulenta y contagiosa, caracterizada
por el flujo de la mucosa nasal, que se llama gripe." Este tipo
de información nos plantea un enigma difícil de
resolver. Qué pensamos de alguien que con toda seriedad
nos dice una cosa así? Y no podemos reclamarle nada porque es
notoria la parvedad de materia. Me he detenido en esta forma
desarticulante porque es práctica y muy útil si quiere
producirse a voluntad la levedad pertubadora.
El mismo tipo de información consabida y falsa es, sin
embargo, deliciosa cuando la encontramos en los libros viejos, como
cuando Victor Alfieri, en su autobiografía (siglo XVIII),
explica que se entretuvo en la mañana "leyendo esas hojas
impresas que tan comunes y abundantes son en Londres", y nosotros
adivinamos que se trata, claro, de los protoperiódicos.
No conviene juzgar que lo levemente dislocado se reduce a la
conducta humana. Hay árboles, flores, perros sutilmente
inquietantes. Y también ciertas prácticas naturales. La
hiena, por ejemplo, suele parir dos cachorros y apenas uno de los dos
ve la luz, ataca con ferocidad a su hermano o hermana "cuando no
acaba aún de salir del saco amniótico". La madre
tiene que intervenir para que los bebés no luchen a muerte.
Qué animal. No bien se dilatan sus pulmones con el primer
vagido y ya está lleno del odio de Caín, vida y rencor
confundidos en el latido inicial. Hay algo levemente dislocado y
repelente en esta prontitud al mal.
Me parece que la percepción de lo levemente dislocado
está al inicio de muchos grandes descubrimientos del
pensamiento y la ciencia (para los cuales no hay nunca parvedad de
materia). Esa emocionante incomodidad frente a una teoría, ese
"hay algo chueco aquí" de la intuición
creativa, esa adivinación sin palabras que puede costar
años de trabajo desarrollar y exponer.
Así que mira a esa señora comiendo la ensalada con
dos tenedores, uno para la lengua y otro para el jitomate y los
pepinos, mírala tranquilo, con el leve asombro que le
corresponde, y ten la elegancia de no decir una sola palabra.

Naief Yehya
FEMINISMO Y CIBERNAUTICA
Mujeres mejoradas
Históricamente, el hombre ha experimentado una variedad de
tecnologías en el cuerpo femenino para satisfacer sus propias
fantasías eróticas. La mujer se ha entregado, gozosa o
resignadamente, a una serie de estrategias de modificación
corporal (temporal o permanente) que van del corsé (el cual no
sólo limitaba los movimientos y la respiración sino que
también podía romper costillas y reacomodar
órganos) hasta el wonderbra (que levanta y une, a
diferencia de aquel legendario cross your heart que levantaba y
separaba), desde los implantes de silicón (o, los menos
peligrosos, de soluciones salinas) hasta la liposucción, y
desde el maquillaje hasta el piercing (aretes y demás
implantes metálicos en labios, cejas, ombligos,
clítoris, pezones, etcétera). Las mujeres reales han
utilizado como modelos de belleza imágenes femeninas
"mejoradas", desde representaciones pictóricas
clásicas hasta las omnipresentes fotografías retocadas
(a mano, con aerógrafo, o bien digitalizadas, para eliminar
cualquier imperfección) de las revistas femeninas y la
publicidad en general.
Arte carnal o circo quirúrgico
Desde 1990, la artista francesa del performance, Orlan, ha
convertido su propio cuerpo (y en especial su rostro) en su terreno de
experimentación. La obra de arte definitiva: la
reencarnación de Santa Orlan, es una obra en proceso que
tiene como objetivo convertir su cara en un collage de rasgos faciales
de ciertas pinturas clásicas: la frente de Mona Lisa, los ojos
de Psique, la nariz de la Diana de una obra de la escuela de
Fontainebleau, la boca de la Europa de Boucher y la barbilla de la
Venus de Boticcelli. Cada una de las siete operaciones de
cirugía plástica que lleva ha sido un performance en el
que la "paciente", los doctores y el personal médico
llevan atuendos de alta costura (Paco Rabane). La sala de operaciones
está decorada con frutas de plástico, crucifijos y
parafernalia ecléctica kitsch, además de letreros
con los créditos. Bajo el efecto de la anestesia local, Orlan
recita poesía y textos de psicoanálisis, al tiempo en
que interactúa por teléfono o fax con el público
que observa el proceso vía satélite en una serie de
galerías en distintos lugares del mundo. El arte corporal de
Orlan se debate entre el oportunismo y la crítica radical al
concepto de belleza occidental, entre la catarsis a través del
bisturí y el más burdo sensacionalismo de feria. Mark
Dery apunta que "debajo de la retórica política
acerca de los males del mito de la belleza, Orlan oculta un
sueño no tan secreto: ser la primera celebridad posthumana del
mundo del arte".
El fin de las dicotomías
Mientras Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone y Jean-Claude
Van Damme han redefinido la virilidad (en su vertiente brutal) de los
noventa, Madonna, Sigourney Weaver (alias Ripley, en la
película Alien y sus secuelas), Linda Hamilton (la
impulsiva Sarah Connor de Terminator) y Demi Moore han hecho lo
equivalente por la feminidad, al reconstruirse a sí mismas a
través de la tecnología y convertirse en iconos de una
nueva mujer. La feministasocialista Donna J. Haraway, autora de
Simians, Ciborgs and Women: The Reinvention of Nature
(Routledge, 1991), considera que el ciborg es la figura que puede
eludir las dicotomías de clase, sexo y raza de la cultura
occidental. Para ella, la llegada de una política ciborg
es una verdaderarevolución, y es la oportunidad
histórica para desbalancear el control patriarcal al aprovechar
la fractura en su dualismo jerárquico. La aparición de
un tercer protagonista en la "guerra de sexos" puede
representar una reestructuración del orden genérico de
la sociedad.
Rudeza igualitaria en la ciencia ficción feminista
Lo que mejor hace la ciencia ficción es hablarnos de las
angustias y esperanzas que inspiran las nuevas tecnologías en
el presente al extrapolar los males de la época. Los modelos
femeninos caracterizados por su rudeza o violencia (como Ripley,
Connor, Mace, Angela Basset en Días extraños, y
la Molly de Johnny Mnemonic) que protagonizan narrativas
típicamente masculinas (como las fantasías futuristas de
acción, especialmente aquellas conocidas como
ciberpunks), son las mejores representantes de esta nueva era
de ciborgs en que la feminidad ha dejado ser simplemente el yin del
Zen: pasiva, gentil, pacífica, maternal y en armonía con
la naturaleza. Como apunta Joan Gordon en su ensayo "Yin and Yang
Duke it Out" (incluido en la antología Storming the
Reality Studio, Duke University Press, 1991): "La rudeza
igualitaria hace a las mujeres, en el ciberpunk (género
dominado por los hombres), atractivas políticamente para las
feministas; pero el ciberpunk tiene algo que ofrecer mucho
más importante y menos directo: una visión del mundo que
es a la vez una extensión lógica de la década de
los ochenta y un alejamiento radical de la esencialmente
nostálgica visión de la ciencia ficción
feminista." El ciberpunk es un género que pone fin
a las utopías bucólicas ajenas al mundo mecánico
y a las fantasías retrógradas de las narrativas
femeninas que anhelan regresar a una idealizada era matriarcal.
¤ Naief Yehya ¤
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